Especialista en Anestesiología y Reanimación en IMQ Virgen Blanca
La hernia discal lumbar es el desplazamiento de componentes del disco intervertebral –una especie de almohadilla o amortiguador que permite y controla el movimiento de las vértebras– más allá de sus márgenes, ocupando el espacio por donde discurren las raíces nerviosas, con el riesgo de que pueda comprimirlas y/o lesionarlas. Las hernias no siempre producen síntomas y su aparición dependerá del grado de compresión e inflamación de la raíz comprometida.
Los síntomas de la hernia discal lumbar pueden ser en forma de dolor por el área de la pierna al que da sensibilidad la raíz afectada: la conocida ciática. Otros de los síntomas son las alteraciones en la sensibilidad por esa zona de la pierna o incluso de disminución de la fuerza en los músculos dependientes de esa raíz. Además, casi en todos los casos aparece asociada a dolor lumbar que se suele tratar con analgésicos, antiinflamatorios, fisioterapia o infiltraciones.
En los últimos tiempos se ha dado un aumento en los casos detectados motivado por varios factores. El más importante es la mayor y cada vez más precoz presencia de desgaste en nuestros discos lumbares, sin olvidar los avances en las técnicas diagnósticas con el desarrollo y mayor implantación de la resonancia magnética, que actualmente es la prueba más fiable para detectar la presencia de una hernia discal.
¿Cuáles son las causas de la hernia discal lumbar?
La hernia discal lumbar está claramente relacionada con la calidad de los discos. Por ello, es extraordinario que aparezca en niños o antes de la segunda década de vida, ya que en esos primeros años mantienen todas sus propiedades y una alta resistencia mecánica. No obstante, según van degenerando los discos intervertebrales por el proceso natural de envejecimiento y por las sobrecargas mecánicas externas a lo largo de la vida, la incidencia va en aumento.
También favorecen el desgaste discal causas propias de nuestro modo de vida actual. Por un lado, el sobrepeso y un inadecuado acondicionamiento muscular que trasmite más sobrecargas de las aconsejadas a los discos, y por otro la actividad laboral, que puede influir de dos maneras, por la necesidad de cargar pesos o de mantener posturas concretas durante un espacio de tiempo prolongado: estar sentado o de pie quieto durante horas es tan nocivo para los discos lumbares como levantar pesos importantes.
Como se ha señalado anteriormente, se puede tener una hernia discal y no notar ningún síntoma ya sea porque su tamaño, localización o grado de compresión sobre el tejido nervioso no llegue a comprometer la raíz y ésta no se ‘queje’. Cuando aparecen los síntomas de la hernia discal lumbar, pueden ser de muy variable intensidad yendo desde leve dolor ocasional y con ciertas posturas por la pierna similares a unas agujetas hasta lumbociáticas con dolor severo, continuo invalidante y persistente independientemente de la postura o actividad.
Es fundamental tener en cuenta que la mayoría de los casos de lumbociática por hernia discal evolucionan favorablemente sin necesidad de tratamiento quirúrgico. Se produce un proceso de reabsorción y regresión del material herniario automáticamente y modulado por nuestro organismo, que hace que desaparezcan los síntomas de ciática. Este periodo puede oscilar entre las cuatro y las doce semanas desde el inicio de las molestias.
¿En qué consiste la operación de hernia discal lumbar?
La intervención quirúrgica se hace necesaria cuando tras ese periodo variable los síntomas persisten y limitan al paciente en sus actividades por pérdidas de fuerza severas o incluso alteraciones en el control de la micción y las deposiciones.
La operación consiste en acceder al tejido nervioso y retirar el material herniado para dejar la raíz afectada libre de cualquier compresión.