El impétigo infantil se caracteriza por la aparición de vesículas o ampollas que, al romperse, dejan una costra color miel (llamada melicérica) muy característica. Puede afectar a cualquier área corporal, pero surge sobre todo en zonas descubiertas como la cara (nariz, boca, oídos) brazos y piernas, por lo general sin fiebre ni otros síntomas, salvo complicaciones. El impétigo puede darse en todas las edades, pero es más característico en niños menores de cinco años.
El impétigo infantil es causado por una infección de la epidermis producida por dos grupos de bacterias, Streptococos y Stafilococos, predominando en la actualidad esta última. Aunque pueda resultar llamativo, este organismo habita de manera bastante común en la piel y en las fosas nasales. Cuando se altera la barrera cutánea (picaduras, herpes, quemaduras...), este tipo de bacteria aprovecha esa puerta de entrada para producir la infección.
Tipos de impétigo
A partir de ahí, se puede extender por el resto del cuerpo (principalmente en áreas de rascado) y es contagioso para las personas más próximas. Esta clase, que se conoce como impétigo simple o no
ampolloso, es la más habitual ya que se da en el 80% de los casos.
Existe una segunda variante clínica, más típica en recién nacidos y niños, en la que aparecen ampollas más grandes sobre piel sana que evolucionan en dos o tres días hacia la formación de costras. Este segundo modo se conoce como impétigo ampolloso.
Perfil del paciente de impétigo infantil
Aunque no es fácil concretar el número de casos de imétigo infantil que se registran, ya que lo tratan tanto médicos de cabecera como pediatras y dermatólogos, sí que se puede decir que el impétigo es bastante habitual en consulta, pudiendo darse pequeñas epidemias en grupos familiares y escolares.
El impétigo infantil es más frecuente cuando la higiene no es buena, están en lugares de convivencia estrecha (colegios, guarderías) y por las propias características del juego infantil (mucho contacto). Además, son proclives a padecerlo personas que sufren dermatitis atópica, inmunodeficiencias o que toman muchos
medicamentos.
Importancia del diagnóstico precoz del impétigo infantil
En cuanto al diagnóstico del impétigo infantil, es importante que sea precoz ya que de esa forma, generalmente, se cura con la aplicación de un antibiótico local (evitando el uso oral). Asimismo, disminuye en lo posible el contagio y se detiene la progresión de la enfermedad. Se considera que al cabo de 24/48 horas de haber iniciado la medicación correcta las lesiones dejan de ser contagiosas, aunque es muy importante completar el régimen terapéutico recomendado.
Hoy en día, con la atención adecuada no deberían darse complicaciones en el impétigo infantil. No obstante, si no se ataja a tiempo la infección puede complicarse y producir trastornos en el sistema linfático, inflamación
de los tejidos y artritis, entre otros. En el impétigo estreptocócico, la complicación más peligrosa sería la aparición de problemas renales (según las estadísticas, hasta en un 2% de los casos).
¿Qué hacer en caso de padecer impétigo?
Se debe acudir a consulta cuando se alargue la evolución normal de quemaduras en la piel, heridas, dermatitis, etc., no respondan a tratamientos previamente eficaces o aparezca la característica costra melicérica. También si hay varios familiares o compañeros de colegio afectados. Además de valorar el tratamiento tópico u oral más adecuado al caso, hay que extremar las medidas de higiene habituales (lavado de manos, no compartir prendas de vestir, toallas, maquinillas de afeitar, objetos de aseo, etc.) para evitar la extensión y el contagio de las lesiones.
Dr. Roberto Zabala
Especialista en Dermatología de IMQ