En una enfermedad tan temida como el cáncer, un objetivo de los científicos ha sido encontrar señales de la presencia y evolución de esta enfermedad de la manera más sencilla posible. Así llegaron los marcadores tumorales, una sustancia –por lo general, una proteína– que se detecta en el análisis de sangre y en ocasiones también en otros líquidos biológicos como el pleural, la orina e incluso en el propio tumor.
De forma ideal, un marcador tumoral se detectaría tan pronto como apareciera la primera señal de cáncer, se modificaría durante el tratamiento del mismo y desaparecería tras su curación. Los científicos siguen persiguiendo ese objetivo, pero no se ha conseguido todavía en la mayoría de los tumores. De hecho, en este momento sólo puede utilizarse el PSA para la detección precoz del cáncer de próstata. Se trata de una proteína que produce este órgano (no el tumor) pero cuya presencia aumenta en sangre cuando hay enfermedades como prostatitis, hipertrofia benigna ycáncer.
Por ahora, el resto de los marcadores se utilizan cuando ya existe un diagnóstico y sirven para controlar la evolución de la respuesta a los distintos tratamientos, y en algunos casos para definir el pronóstico de la enfermedad (por ejemplo, en los tumores testiculares).
Hay un gran número de marcadores tumorales. Alguno es útil en varias patologías cancerígenas (por ejemplo, el antígeno carcino-embrionario –CEA– se puede detectar en tumores digestivos, pulmonares…) y, sin embargo, hay tumores que no cuentan con ninguno de estos indicadores.
Es importante señalar que no tiene utilidad solicitar un estudio de marcadores tumorales al azar cuando se realiza un análisis de sangre rutinario. Es una costumbre que el miedo a esta enfermedad ha extendido recientemente y que genera una angustia notable e innecesaria, cuando no conduce a multiplicidad de pruebas que no llevan a ningún diagnóstico.
Cabe añadir que la elevación de los marcadores en un buen número de casos se debe a condiciones benignas. Casi todas las personas tienen una pequeña cantidad de ellos en su sangre, por lo tanto es muy difícil detectar tumores en su etapa inicial mediante estas pruebas. Por el mismo motivo, un resultado negativo podría generar una falsa seguridad.
Y es que cuanto mejor se conoce el cáncer, los investigadores más se dan cuenta de que una sola proteína no explica toda la complejidad de la enfermedad. Por eso se están estudiando a la vez múltiples genes de los tumores para descubrir cambios en el ADN o a nivel proteómico, buscando diferentes patrones de expresión de proteínas en sangre que dentro de un tiempo permitirá conocer, detectar y tratar cada uno de los tipos de cáncer de manera más precisa y específica.
Biomarcadores
En los últimos años se están desarrollando toda una serie de estudios moleculares que detectan características propias de los tumores, denominados biomarcadores, que han supuesto un enorme avance en el tratamiento del cáncer.
Por ejemplo, en el de pulmón se detectan alteraciones moleculares en EGFR o ALK (genes que aparecen en algunos de estos tumores) sobre los cuales se puede actuar con fármacos nuevos, más activos y menos tóxicos, ya disponibles en el mercado. Sobre el cáncer de mama se trabaja en los receptores hormonales, sobre moléculas de la superficie tumoral como el Her2. Y cada día aparecen nuevos biomarcadores sobre los que se descubrirán tratamientos específicos que ayudarán a combatir la enfermedad.
Dr. Ricardo Fernández Rodríguez
Especialista en Oncología de la Clínica IMQ Zorrotzaurre
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