El verano se asocia inevitablemente al sol, al calor y a los chapuzones en el mar o en piscinas. También a las precauciones que hay que tomar para evitar el corte de digestión, nombre por el que se conoce un proceso orgánico que poco tiene que ver con la realidad puesto que la digestión no se ‘corta’ en ningún momento.
El corte de digestión se suele producir después de una zambullida brusca en un día caluroso, cuando existe una gran diferencia de temperatura entre el cuerpo y el agua. Este cambio provoca el llamado reflejo de inmersión en el organismo, que trata de conservar el calor con una serie de medidas, como la disminución del caudal sanguíneo, de la frecuencia cardiaca y la inhibición del sistema respiratorio.
Como consecuencia de ello, la persona afectada entra en un estado de obnubilación, con visión borrosa, zumbido de oídos… llegando en algunas ocasiones hasta la pérdida del conocimiento. Eso sí, este proceso se agrava si la entrada en el agua se hace durante la digestión, ya que después de comer la sangre se acumula en el aparato digestivo en detrimento de otros órganos, como el cerebro; en esta situación es más fácil que la reacción cardiovascular que conlleva un chapuzón sea más radical y venga acompañada de vómitos. Además del momento de la digestión, puede ocurrir después de una prolongada exposición al sol o tras hacer ejercicio físico intenso.
¿Cómo evitar el corte de digestión?
Resulta sencillo evitar un corte de digestión. Si se ha comido, especialmente si se ha hecho de forma copiosa, es conveniente esperar un tiempo prudencial –de 1,5 a 2 horas– antes de darse un baño. Con carácter general, se recomienda entrar en el mar o en la piscina de forma progresiva, sobre todo si el agua está muy fría, mojando poco a poco el pecho, los brazos y la cabeza para ir acostumbrando la piel a la temperatura más baja. Por supuesto, no hay que bañarse bajo los efectos del alcohol ni de sustancias tóxicas.
El riesgo de padecer un corte de digestión es independiente de la edad, aunque su gravedad es más elevada en personas de edad avanzada o con problemas de corazón. Sin embargo, es más frecuente en niños porque suelen pasar de estar jugando a pleno sol a tirarse directamente al agua.
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¿Qué hacer si se produce un corte de digestión?
En el caso de notar malestar durante el baño es importante no correr riesgos innecesarios y salir inmediatamente del agua. Ya fuera, es conveniente vestirse o taparse con una toalla para mantener el calor corporal, tumbarse boca arriba con las piernas elevadas hasta que se pase el mareo y no ingerir alimentos durante unas horas.
Si se mantiene el mareo o no se controlan los vómitos, se aconseja acudir a un centro sanitario. Por lo general, no tiene consecuencias graves y no pasa de un mero susto, aunque la prevención es vital ya que existen casos en los que se da una pérdida de conocimiento y hasta el fallecimiento por parada cardíaca.
Primeros auxilios en el agua
Es posible que en el mar, en una piscina o en un lago alguien se sienta mal mientras se baña, pierda la consciencia y se hunda. En ese caso, es vital sacarle del agua lo antes posible, procurando que durante el arrastre la boca y la nariz queden sobre la superficie. Una vez fuera, colocar a la persona acostada boca arriba (posición decúbito supino).
Para evitar la obstrucción de las vías aéreas, con una mano desplazar la frente hacia atrás y con la otra elevar la mandíbula; así se consigue la extensión del cuello, la apertura de la boca y se eleva la base de la lengua para que no obstruya el paso del aire. Se puede colocar una toalla enrollada o algo similar bajo su cuello para mantenerlo extendido. Si se comprueba que no respira, iniciar las maniobras de reanimación y mantenerlas hasta que lleguen los servicios médicos.
Dra. Rosario Cal Montes
Especialista en Medicina General de IMQ
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