Todas las personas sufren a lo largo de su vida periodos de estreñimiento, aunque dependiendo de su frecuencia puede convertirse en un trastorno crónico. Por tanto, es importante tener en cuenta que el estreñimiento y su control deben realizarse de forma individualizada, ya que no existen parámetros que determinen lo que es ‘normal’ al depender del sexo, edad, costumbres... En este sentido, sí se puede concretar que el estreñimiento es más habitual en mujeres que en hombres y en personas de edad avanzada. En general, su incidencia está aumentando debido al envejecimiento poblacional, al sedentarismo, a la ingesta pobre de fibra y al aumento en el consumo de fármacos. El porcentaje de población que sufre problemas a la hora de ir al baño puede llegar hasta el 20%.
Las anomalías que provocan el estreñimiento suelen ser cuatro: disminución de los movimientos del colon, ausencia de relajación anal, escasa sensibilidad del recto y falta de fuerza abdominal. Cuando aparece, se debe consultar al médico si viene acompañada de una edad de inicio superior a los 50 años, anemia, sangre oculta o visible en las heces, pérdida de peso no justificada y antecedentes familiares de cáncer de colon o de enfermedad inflamatoria intestinal. En la mayoría de los casos el estreñimiento no es un proceso grave aunque puede ser muy molesto, con el desarrollo de fisuras anales o hemorroides por el excesivo esfuerzo y el paso de heces duras por el ano.
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Uso de laxantes
El objetivo del tratamiento es conseguir normalizar la defecación, concienciar al paciente de la naturaleza benigna de los síntomas y evitar conceptos falsos sobre la naturaleza de los laxantes. En aquellos casos donde es necesario tratar este trastorno por su gravedad o cronicidad, lo primero que se hace es prescribir la ingesta de una buena cantidad de agua y fibra al día (20-30 gramos), además de ejercicio físico y el mantenimiento de un índice de masa corporal adecuado, a lo que hay que añadir la adopción de una postura correcta, establecer un horario y potenciar la no inhibición de la defecación. Si no hay respuesta, se utilizan los laxantes como agentes farmacológicos que favorecen la evacuación. Eso sí, siempre bajo supervisión médica.
Los tratamientos son escalonados: primero se aplican los que forman masa fecal para estimular el reflejo evacuatorio, luego los laxantes osmóticos, que aumentan la cantidad de agua en el intestino grueso y, por último, el polietilenglicol. En otra fase posterior estarían indicados los laxantes lubrificantes (parafina) y los estimulantes. Estos últimos son irritantes y se debe evitar tomarlos de forma inicial. Se pueden incluso combinar teniendo en cuenta que cada escalón se asciende en función de la respuesta, tolerancia y resultados. El tiempo para evaluar su eficacia oscila entre las 4 y las 12 semanas.
Dra. María del Mar Calvo Cenizo
Especialista en Aparato Digestivo en IMQ