Cardiólogo en el centro IMQ Colón
Las enfermedades cardiovasculares son, después de los tumores, la segunda causa de muerte en Euskadi. Son responsables del 25% de las defunciones en nuestra Comunidad. Es por ello que, en los últimos años, cada vez se está dando más importancia a la prevención cardiovascular.
Sabemos que los eventos cardiovasculares (infarto de miocardio e ictus, por ejemplo) son más probables en individuos con más factores de riesgo cardiovascular (FRCV). Me gusta explicarlo con la analogía de la lotería (pero de ésas que tocan…). Los FRCV serían los boletos. A más boletos, más probabilidades. Fácil. Lo difícil y costoso, es deshacerse de dichos boletos en una sociedad en la que el sedentarismo, la comida ultraprocesada y los hábitos tóxicos están a la orden del día.
Cuáles son los factores de riesgo cardiovascular
Dentro de los FRCV tenemos unos inherentes a nosotros mismos, no modificables, como son la edad, el sexo y la carga genética que hemos heredado. La edad es el mayor y más influyente FRCV, pero la alternativa de no cumplir más años es francamente peor...
Los FRCV que nos deben preocupar son aquellos sobre los que sí podemos actuar:
- hipertensión,
- colesterol elevado,
- diabetes,
- tabaquismo,
- dieta,
- sedentarismo,
- obesidad,
- trastornos del sueño…
Cuándo empezar a valorar el riesgo cardiovascular
Para hacernos una idea: más de un 15% de la sociedad vasca es hipertensa, un 12% tiene el colesterol elevado y un 5% es diabética. Éstos, son sólo los pacientes diagnosticados, la punta del iceberg. Se estima que, por ejemplo, la prevalencia de la hipertensión es en torno a un 30-45% (¡más del doble!). Es por ello que, desde la Sociedad Europea de Cardiología, se recomienda la valoración sistemática del riesgo cardiovascular en hombres y mujeres mayores de 40 y 50 años, respectivamente.
Esta evaluación nos estima la probabilidad de un evento cardiovascular a 10 años, permitiéndonos la indicación de medidas apropiadas para reducir dicho riesgo (higiene de los hábitos e instauración de tratamiento farmacológico si fuera preciso). Se recomienda repetir esta valoración cada 5 años en individuos sanos. Para que nos hagamos una idea, el ser diabético (incluso la prediabetes) duplica el riesgo de enfermedad cardiovascular y disminuye la expectativa de vida en unos 4-6 años.
Tabaco y riesgo cardiovascular
Otro gran factor de riesgo es el tabaco. El 20% de los hombres y 14% de las mujeres son fumadores en Euskadi. Las campañas de concienciación y las distintas medidas sociales en los últimos 20 años han conseguido una disminución de la población fumadora en torno a un 30% en ambos sexos. Lo que, en términos de salud, es un gran hito.
El tabaco es responsable del 50% de las muertes en fumadores, siendo la mitad de ellas, por un evento cardiovascular. El hábito de fumar reduce, de media, 10 años la longevidad del fumador. Es, por tanto, el abandono del hábito tabáquico la medida más eficaz (y más coste-efectiva) en la protección cardiovascular.
Obesidad e importancia de una buena alimentación
La obesidad es otro factor importante. Casi el 14% de la población vasca es obesa. El índice de masa corporal (la relación entre peso y talla) es una medición muy sencilla que nos da una idea del grado de obesidad de un individuo (normal 18-25 Kg/m2, sobrepeso 25-30, obesidad > 30). Sin embargo, es poco exacta (un culturista, por ejemplo, estaría en rango de obesidad, y nadie lo consideraría un obeso), siendo preciso asociar otras mediciones, como la circunferencia de la cintura (idealmente <94cm en hombres y <80cm en mujeres).
Llevar una buena alimentación no es fácil en esta sociedad, adicta a la comida rápida, ultraprocesada, barata y a domicilio. Es importante seguir una dieta mediterránea, constituida por alimentos reales (los de nuestras abuelas) y restrictiva en hidratos de carbono (sobre todo de absorción rápida: pan blanco, arroz, pasta, bollería industrial, bebidas azucaradas…).
Evitar el sedentarismo
La otra gran pandemia de nuestra sociedad es el sedentarismo. Todos nos sabemos la recomendación general de realizar al menos 150 minutos de ejercicio moderado semanal. Bajar una parada antes del metro o autobús, cambiar el patinete eléctrico por una bicicleta o levantarnos de la silla cuando atendemos una llamada en el puesto de trabajo son pequeños gestos que nos van a ayudar a hacer ejercicio sin invertir demasiado tiempo. Es esencial combinar el ejercicio aeróbico con ejercicios de fuerza. Esta combinación nos ayudará a bajar de peso y al control de los FRCV.
Recordemos, también, que el estrés y un mal descanso nocturno son importantes FRCV. Es muy complicado eliminar el estrés generado en el día a día, pero sí que podemos modular el efecto que éste nos produce (con ejercicios de relajación, yoga, ejercicio físico…).
Por tanto, ¿quién se debe realizar una valoración del riesgo cardiovascular y un despistaje de los FRCV? Los varones mayores de 40 años, las mujeres mayores de 50 o postmenopáusicas y aquéllos que ya presenten alguna enfermedad predisponente (enfermedad renal crónica, cáncer (en especial tratado con quimioterapia), enfermedades bronquiales o inflamatorias, apnea del sueño, historia de preeclampsia o diabetes en el embarazo, disfunción eréctil en los hombres…).
Como conclusión, ¿cómo podemos evitar el infarto? Manteniéndonos activos y en forma, con una alimentación sana, alejados del tabaco y sin restarle horas al sueño. Todo ello, además, nos ayudará a mantener a raya la tensión, el colesterol y la diabetes.