Cuando hablamos de prolapso genital nos referimos a un cuadro clínico frecuente que afecta a muchas mujeres, deteriorando su calidad de vida. Son varios los factores que concurren en su aparición y, cuando el tratamiento es quirúrgico, representa un elevado porcentaje de las cirugías ginecológicas. A continuación, te explicamos todo sobre esta afectación.
El POP o prolapso de órganos pélvicos afecta hasta al 40 % de las mujeres multíparas. El debilitamiento de los ligamentos y músculos que forman el suelo pélvico es la razón por la cual ciertos órganos se desplazan hacia la vagina. El que con más frecuencia atraviesa el canal vaginal es el útero, aunque en otros casos son la vejiga, el intestino delgado o el recto.
La clasificación de las distintas clases de prolapsos se basa en el órgano que se ha deslizado de su lugar original. Como consecuencia de esta alteración, se exterioriza a través de la vagina o forma un abultamiento en una zona contigua. Los más comunes son:
El suelo o piso pélvico es un elemento anatómico con forma de cabestrillo que mantiene los órganos en su lugar para que funcionen adecuadamente. Entre las razones por las cuales pierde su elasticidad se encuentran:
Te comentamos al principio que este problema incide negativamente en la calidad de vida. Debido a las múltiples funciones de los órganos pélvicos, la micción y la evacuación suelen alterarse. Generalmente, las manifestaciones más habituales son:
Si la mujer no sabe que está embarazada o no se ha sometido al control prenatal, el prolapso uterino es posible que cause ciertas complicaciones. El embarazo sin síntomas puede acompañarse de dolor pélvico y el riesgo de aborto o parto prematuro es mayor.
Además, hay infecciones urinarias a repetición o retención de orina. Es un cuadro agudo acompañado de dolor, en el que no se puede vaciar la vejiga.
El prolapso genital mejora con la aplicación de ciertos hábitos que ayudan a disminuir la presión dentro de la pelvis. Hablamos, por ejemplo, de consumir una dieta hipocalórica y rica en fibra, que contribuyen a bajar de peso y combatir el estreñimiento. Asimismo, dejar de fumar alivia la tos crónica o los síntomas de pulmonía.
Resolver la debilidad del piso pélvico puede ser suficiente en los casos leves de prolapso vaginal. En ese sentido, los ejercicios de Kegel son excelentes para fortalecer los músculos que mantienen los órganos en su lugar. Para ejercitar el suelo de la pelvis hay que contraer la zona como si trataras de impedir la micción, mientras que los muslos, glúteos y espalda permanecen relajados.
Una vez que hayas aprendido el movimiento, siéntate o túmbate boca arriba. Mantén las contracciones durante 5 segundos y altérnalas con periodos de relajación. Haz series de 10 varias veces diarias, siempre con la vejiga vacía.
Un pesario es un dispositivo de goma o silicona que tiene el propósito de brindar soporte a los órganos de la pelvis. El médico te enseñará a insertarlo dentro de la vagina, para que quede colocado sobre el cuello uterino, y a retirarlo. Se utiliza de forma ininterrumpida, aunque es descartable y sustituible cuando sea necesario.
Los pesarios tienen varios diseños que les permiten ajustarse a las distintas características anatómicas. Con todo, el efecto deseado es reducir la intensidad de los síntomas del prolapso uterino y sujetar la matriz.
Para los casos más avanzados o aquellos que no se han resuelto con los tratamientos ya descritos, la cirugía es lo indicado. Los siguientes son los procedimientos más frecuentes:
El prolapso genital se debe, en definitiva, a la coincidencia de múltiples factores. Muchos de ellos pueden evitarse, como has visto, y los buenos hábitos son una estupenda medida de prevención. En otros casos, existen tratamientos efectivos para corregir el problema o aliviar los síntomas.