¿En qué consiste el psicoanálisis?

Cuando se habla de psicoanálisis es común pensar en una figura icónica como Sigmund Freud o imaginar el típico diván, ese mueble emblemático donde los pacientes se recuestan durante las sesiones. Sin embargo, en nuestra consulta el psicoanálisis convencional no es la norma, y mucho menos se encuentra un diván.

En la Clínica IMQ Castro la terapia se enfoca principalmente hacia el inconsciente, a aquellos impulsos que guían nuestras acciones sin que seamos plenamente conocedores de ello. A través de este enfoque, se investiga el deseo subyacente en las personas, explorando qué es lo que realmente anhelan y por qué les resulta difícil alcanzarlo. Existe una distinción importante entre lo que uno quiere superficialmente y lo que verdaderamente desea, un aspecto que se va descubriendo a lo largo del proceso terapéutico.

Recibimos pacientes de todas las edades, desde niños y adolescentes hasta adultos y ancianos. Por mi formación también como médico de familia puedo quizá comprender y abordar mejor la dimensión psicológica subyacente en el proceso de enfermedad. Si bien no todas las enfermedades tienen un origen exclusivamente psicológico, la experiencia demuestra que siempre hay algún elemento en la vida de las personas, en su historia personal, que puede desencadenar la enfermedad en un momento dado.

En el ámbito del psicoanálisis, se realiza el estudio de las estructuras clínicas, que se dividen principalmente en tres tipos: la estructura histérica, la neurosis obsesiva y la estructura psicótica. Es común observar que en los hombres predomina la tendencia hacia la estructura obsesiva. Por el contrario, en las mujeres se manifiesta con mayor frecuencia la estructura histérica.

Las mujeres tienden a expresar con mayor facilidad sus conflictos, mostrándose más dispuestas a verbalizarlos, a llorar y a buscar soluciones a través de la terapia. Por otro lado, los hombres suelen ser más reticentes y acuden a terapia solo cuando enfrentan problemas significativos, que suelen estar relacionados principalmente con el ámbito laboral.

Aunque también existen hombres con una estructura más histérica que enfrentan dificultades vinculadas a sus hijos, amigos o pareja, en general, su principal punto de apoyo suele ser el trabajo. En estos casos, si surge un conflicto laboral, problemas con el jefe o un despido, se puede desencadenar el malestar psicológico, mientras que, en el caso de las mujeres, los problemas emocionales suelen asociarse con la pareja, los hijos o las amistades. Debido a su estructura histérica, estos problemas suelen ser más fáciles de abordar y resolver.

Los niños

Cuando un niño participa en terapia, generalmente es a petición de los padres, quienes a menudo se sienten incapaces de manejar el comportamiento de su hijo. Desde la consulta se busca proporcionar orientación a los padres, pero también es esencial comprender que, en muchos casos, el niño manifiesta síntomas que reflejan una sintomatología familiar. En otras palabras, el comportamiento del niño puede ser solo la manifestación visible de problemas más profundos en el hogar.

Es importante destacar que esto no implica que el niño no tenga voz o no deba ser escuchado, ya que también es posible trabajar con ellos a través de juegos, entre otros. En muchas ocasiones, los niños pueden ofrecer una perspectiva diferente de la situación en comparación con la percepción de los padres. Sin embargo, es crucial reconocer que los niños poseen un conocimiento propio y están influenciados por su inconsciente.

Cuando se dan estos casos, observamos con satisfacción cómo adolescentes de 12, 13 o 14 años pueden transformar sus vidas en pocas sesiones de psicoterapia, reconectándose con sus deseos individuales. Son capaces de discernir entre los discursos parentales que pueden no ser saludables y enfocarse en su propio crecimiento personal.

Las personas mayores

Cuando las personas mayores acuden a terapia, suele estar motivadas por el miedo, un miedo que puede estar relacionado con la muerte, la soledad y, en muchos casos, la incomunicación. Entre los casos comunes, se encuentran mujeres que han experimentado un ictus, y cuyos neurólogos las derivan a terapia para ayudarlas a aceptar su situación. Sin embargo, al intentar comunicar sus sentimientos y experiencias a la familia, muchas veces se encuentran con la interrupción del discurso y la falta de espacio para expresarse plenamente. Es esencial que estas personas tengan un entorno donde puedan verbalizar y procesar los cambios significativos en sus vidas, así como abordar los miedos que surgen, especialmente el miedo a la muerte. La terapia ofrece un espacio seguro y de apoyo donde pueden explorar estos temas y encontrar formas de enfrentarlos y vivir de manera más plena.

En conclusión, se espera que aquellos que se encuentran atrapados en conflictos sin resolver y experimentan malestar emocional busquen la ayuda de un terapeuta. Por nuestra parte, estamos comprometidos en proporcionar el apoyo necesario para que las personas puedan explorar y comprender las raíces de su malestar. Lo fundamental radica en que cada individuo encuentre el camino para ayudarse a sí mismo, dando paso a la posibilidad de encontrar soluciones y alcanzar un mayor bienestar emocional y psicológico.