Especialista en Psicología del Centro Médico IMQ Abendaño
La salud emocional en las vacaciones puede resentirse, especialmente durante la temporada navideña, cuando algunas personas son especialmente sensibles. En este sentido, las fiestas navideñas entrañan expectativas y cargas simbólicas que impregnan nuestra cotidianidad, algo que puede llegar a agotarnos. En este post te damos algunas claves para que no te ocurra y disfrutes las celebraciones con más tranquilidad.
¿Qué nos pasa en la Navidad?
En esta época, muchas de las rutinas se alteran para dar paso a un periodo de actividad incesante. Hay un factor a tener en cuenta, y es que parte de la población vasca sufre ansiedad o depresión. Si a esto le sumamos el compromiso de cumplir con una serie interminable de metas, a veces impuestas por la publicidad y el entorno social, la situación empeora.
Entre las tareas navideñas que pueden consumir mucha energía destacan la compra de regalos para la familia y las amistades, elegir los menús para Nochebuena y Nochevieja, decorar la casa, llamar a personas que no ves casi nunca y asistir a fiestas que no te apetecen. El resultado puede ser un gran agobio y, en lugar de la paz, el amor y la prosperidad que deberían ser los sentimientos predominantes, la Navidad puede afectar la salud mental. Si a esto mismo, le añadimos problemas en el ámbito laboral o económico, la situación puede agravarse más.
Por otra parte, muchas personas se enfrentan al desamparo o a la nostalgia por quienes están ausentes (ya sean por problemas familiares, diferentes residencias, separaciones o fallecimientos), o al desengaño de las expectativas sobre cómo deberían de ser estos momentos. También es posible, que eventos que repercutan en la salud física estén presentes y nos quiten la energía e ilusión en estas fechas.
Veamos cómo puedes proteger tu salud mental y emocional en el último mes del año.
Vive tus propias expectativas
Es probable que mucho de lo que convencionalmente forma parte de la Navidad no tenga nada que ver contigo. Ten cuidado no solo con las convenciones sociales, sino que también con tus etiquetas e ideales. Procura no juzgar el momento en el que estás. Quizás sea mejor que te limites a lo que realmente te motiva y te concentres en unas pocas tareas gratificantes en lugar de plantear proyectos de envergadura que te produzcan estrés.
Por ejemplo, no es necesario atender todas las invitaciones ni adornar la casa para que quede igual que las fotos de las revistas de decoración. Mucho menos debes permitir que la perspectiva ajena sea lo que decida qué tipo de reunión harás o qué regalar. No te castigues si no puedes quedar (o no te apetece) con todo el mundo. Celebra tu Navidad y no la de tus amistades.
Es importante que tengas en cuanta el efecto de la publicidad, no te creas la ilusión de una “familia o fiesta perfecta”.
Comparte más y mejor el tiempo libre
Estas vacaciones son una buena oportunidad para involucrarte con la familia o el grupo de amigos y amigas en actividades diferentes. Para ello, la industria del turismo ofrece un sinfín de alternativas:
- De aventura.
- Culturales.
- Rurales.
- Gastronómicas.
- De bienestar.
Otra opción es elegir un camping en Euskadi, una ocasión perfecta para desconectar del ajetreo, compenetrarte con la naturaleza y descansar; o una casa rural si buscas un ambiente más íntimo y acogedor.
Reúnete en paz
Aunque las fiestas de diciembre puedan ser la oportunidad para reencuentros y reconciliaciones, en muchos casos el distanciamiento es irremediable. Es preferible que compartas las fechas señaladas con quienes mantienes relaciones sanas, estimulantes y positivas. Evita a las personas que te desagradan y así ahorrarás disgustos que pueden traer amargura a tus días libres.
Evalúa positivamente el año
Al finalizar el año, puede que lamentes no haber cumplido con todo lo que te propusiste cuando empezó. Este sentimiento es común, pero lo mejor es evaluarlo con objetividad, ya que es mucho lo conseguido a pesar de las dificultades que se presentaron en el camino. La culpa no te ayudará, es mejor mirar al futuro y replantear tus metas personales. A veces, simplemente se trata de simplificar los objetivos y valorar cada pequeño avance.
Cuidado con el derroche
En Navidad las tiendas se llenan de objetos llamativos, originales y preciosos, que inmediatamente nos despiertan el deseo de poseerlos. Sin embargo, las compras navideñas son la principal fuente de ansiedad: 6 de cada 10 personas adultas sufre estrés en Navidad.
El consumismo te lleva a gastos superfluos que pueden dar al traste con tus finanzas y crearte problemas que se reflejarán en los primeros meses del año entrante. Por lo tanto, es preferible que te ciñas a un presupuesto a la hora de comprar ropa, regalos, artículos decorativos y alimentos.
La añoranza por el pasado
Los reencuentros, las ausencias, la música navideña y los platos típicos llevan a recordar la infancia durante las vacaciones de diciembre. Aquellos años se han ido, pero han dado paso a otros que tienen sus particulares momentos felices. Rumiando la nostalgia solo conseguirás sentir frustración, tristeza y fatiga, lo que deteriorará tu bienestar emocional.
Controla los excesos
Una mesa llena de apetitosos manjares es una gran tentación, pero el descontrol al comer y beber suele traer inconvenientes. Lo mismo ocurre con los temas controvertidos, que desatan apasionamientos en algunos de los presentes.
Un malestar estomacal o una conversación acalorada bajo los efectos del alcohol son situaciones que podrían empañar tu reunión. En este caso, sentirás que has hecho un esfuerzo infructuoso.
El tiempo libre sirve para descansar, recuperar el equilibrio y sanar el cuerpo y el espíritu. Si quieres conservar la salud emocional en las vacaciones, procura que el ajetreo navideño no sea el centro de tus días y concéntrate en hacer lo que realmente disfrutas y deseas.