El síndrome de piernas inquietas, también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, se caracteriza por una necesidad imperiosa de mover las piernas con sensación de dolor o malestar, síntoma que aparece y se agrava con la inactividad, al estar sentado o tumbado, y, por el contrario, desaparece o mejora con el movimiento. Además, suele presentarse especialmente al atardecer y anochecer, lo que suele provocar a los pacientes dificultad para dormir.
Las personas con este síndrome describen en ocasiones sus síntomas como hormigueos o que les resulta insoportable la sensación del roce con las sábanas, pero en muchas ocasiones únicamente describen una sensación imprecisa y desagradable que se alivia al levantarse y andar.
La mayoría de estos pacientes presenta además movimientos involuntarios de las piernas durante el sueño. En ciertos pacientes los síntomas pueden extenderse a los brazos y manos.
Por otro lado, este trastorno es en algunas personas una manifestación de otras enfermedades, como la insuficiencia renal crónica avanzada, la artritis reumatoide, la fibromialgia, u otros problemas neurológicos, como una polineuropatía. De entre estas causas que pueden provocar la enfermedad cabe destacar la falta de hierro, que cuenta con un tratamiento sencillo.
A quién afecta el síndrome de piernas inquietas
Los estudios de más rigor apuntan a una prevalencia en España que se establece entre el 5 y el 10% de la población adulta, siendo más frecuente a partir de los 50 años. Este porcentaje aumenta hasta un 15 o 20% entre el colectivo de personas mayores de 65 años.
Por otro lado, afecta casi al doble de mujeres que de hombres. Asimismo, es especialmente prevalente en mujeres embarazadas, en particular, al final del embarazo, en donde afecta a un 20% de mujeres en estado.
Diagnóstico del síndrome de piernas inquietas
La especialidad médica que se encarga del diagnóstico y tratamiento de este síndrome es la neurología. No obstante, siempre que una persona note los síntomas anteriores debe acudir a su médico de atención primaria. Si éste sospecha que puede tratarse de este trastorno, remitirá al paciente al neurólogo.
Una vez confirmada la presencia del síndrome de piernas inquietas, pueden ser de utilidad para el tratamiento, según los casos, ciertos medicamentos que se usan para la enfermedad de Parkinson y que han demostrado una eficacia relevante. Asimismo, se suele aconsejar a los pacientes que tengan hábitos de sueño sanos y eviten los estimulantes y el tabaco.
Antecedentes familiares
Alrededor del 40% de los afectados por este síndrome tiene antecedentes familiares del mismo problema. De hecho, se conocen tres genes diferentes que están relacionados con el síndrome. Además, parece que las neuronas responsables del síndrome de piernas inquietas están relacionadas con las que controlan el ritmo de vigilia-sueño.
Por otro lado, el origen del síndrome no depende de los hábitos de vida, aunque un régimen de vida poco higiénico, en el que se fuma, se bebe y se duerme mal, puede incrementar los síntomas.
Por último, el 90% de las personas que padecen el síndrome de piernas inquietas desconoce que tiene la enfermedad, entre otras causas, porque algunos enfermos no están adecuadamente diagnosticados y sus síntomas se atribuyen a otros problemas. La confirmación del diagnóstico en sí mismo suele aliviar emocionalmente a los pacientes, que a menudo sufren la presión de sus familiares, los cuales no comprenden que ese deseo de levantarse y andar no corresponde a una ‘manía’.
Dr. Alfredo Rodríguez-Antigüedad
Especialista en Neurología de la Clínica IMQ Zorrotzaurre