Psiquiatra en IMQ
El suicidio, el acto por el que una persona deliberadamente se provoca la muerte, es algo que no nos deja indiferentes. Los suicidios se repiten una y otra vez a lo largo de la historia y en todas las culturas. No son exclusivos de los adultos sino que también ocurren en las y los niños y adolescentes.
Según algunos datos de la OMS en el mundo cada año se suicidan cerca de 700.000 personas y por cada suicidio no consumado hay muchas tentativas (de hecho un intento de suicidio es el factor individual de riesgo más importante).
Las tasas varían entre países y regiones y entre hombres y mujeres. Por ejemplo:
- Se suicidan más del doble de hombres que de mujeres (12,6 por 100 000 hombres frente a 5,4 por 100 000 mujeres).
- Aunque el suicidio consumado es más frecuente en hombres, las mujeres tienen más tentativas.
- En el mundo, el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años, por detrás de los traumatismos debidos al tránsito, la tuberculosis y la violencia interpersonal.
Un dato que nos ha alarmado a los profesionales sanitarios es el hecho que la pandemia ha deteriorado en general la salud mental. Se ha producido un aumento de demanda en atención y de asistencia a urgencias en general. Las y los niños y jóvenes han sido un grupo especialmente vulnerable. Este periodo marcado por la enfermedad, pérdidas, incertidumbre en múltiples áreas (económicas, salud...) y aislamiento social ha puesto de manifiesto las carencias y miedos que cada persona posee, y hemos tenido una mayor demanda por cuadros de ansiedad, depresiones y como consecuencia un potencial mayor riesgo de suicidio.
Cuando alguien en nuestro entorno se suicida nos produce sentimientos variados: tristeza, impotencia, frustración, culpa…. Necesitamos buscar una explicación que nos permita entender los motivos que llevan a una persona a acabar con su vida en lugar de pedir ayuda.
Causas del suicidio
No existe ninguna teoría que explique el suicidio o la ideación suicida de una forma completa. Hay múltiples respuestas, tantas razones como personas. Buscando las causas, puede que el suicidio sea consecuencia de la desesperación intensa a la que llega una persona debido a la presencia de una enfermedad mental, abuso de sustancias, ludopatía, enfermedad física.
La presencia de enfermedades mentales en el momento del suicidio varía entre el 27 al 90% de los casos. El abuso de sustancias es el segundo factor de riesgo más común. En muchos casos el abuso de sustancias está asociado con algunos trastornos mentales.
Si bien la relación entre el suicidio y trastornos mentales es conocida, no es el único motivo. Hay casos de personas en situaciones de crisis que se sienten incapaces de afrontar como: problemas de salud (enfermedades, dolor crónico…), problemas económicos y de relación interpersonal, acoso escolar, abusos sexuales, aislamiento desesperanza, pérdidas…
Las personas suicidas en general, presentan una perspectiva pesimista sobre su futuro, entorno, sobre ellas mismas y sus capacidades. Este estilo de pensamiento asociado a otros factores (sucesos estresantes, frustración, rechazo, deseo de escapar de una situación de gran malestar y falta de recursos para ello, escaso apoyo social…) puede disminuir la percepción de soluciones disponibles y conducir a un estado de desesperanza, elevando la probabilidad de suicidio.
Esto, junto a la disponibilidad de medios para intentarlo o a modelos previos de tal conducta, lleva a sentimientos de indefensión que favorecen las conductas suicidas.
En relación a la existencia de medios para poder consumar el suicidio creo importante señalar la influencia que pueden tener los medios de comunicación. Es muy fácil (especialmente para los jóvenes) encontrar en internet foros en los que se hable de este tema. La forma en que se describe, que en algunos casos se idealiza, junto a descripciones concretas de cómo llevarlo a cabo, lo pueden facilitar. La forma en que se dan noticias sobre ídolos y personajes famosos que se suicidan también puede influir.
Por otro lado, los mismos medios de comunicación pueden ser un factor muy valioso en la prevención si se hablara (al igual que se hace en la violencia de género o en otros temas) de estrategias de prevención e información sobre los recursos que existen para pedir ayuda.
Señales de alarma ante el suicidio
Algunas de las señales que te pueden ayudar a reaccionar y a ayudar a las personas que se encuentran en este tipo de escenarios son las siguientes:
1. Piensa a menudo en el suicidio
No puede dejar de darle vueltas y no ve ninguna salida a su situación. Verbaliza directamente la idea o posibilidad de suicidarse.
2. Pérdida de interés y aislamiento
Transmite sentimientos de impotencia, indefensión, depresión y especialmente desesperanza. Frases como “quiero quitarme de en medio”, “lo que quisiera es morirme”, “para vivir de esta manera lo mejor es estar muerto”. Puede que se comente esta insatisfacción o la poca voluntad de vivir a personas cercanas antes que a los médicos o profesionales sanitarios. De modo que puede ser de gran utilidad la información aportada por la familia y amigos.
3. Preparativos relacionados con su desaparición
Lleva a cabo determinados preparativos relacionados con su desaparición, como arreglar documentos, cerrar asuntos…
4. Aparece un cambio repentino de conducta
Un aumento significativo de la irritabilidad, autolesiones, aumento de la ingesta de bebidas alcohólicas en cantidades y frecuencia superiores a las habituales, está muy deprimido y mejora de forma inesperada, calma o tranquilidad repentina cuando previamente ha presentado gran agitación, etc.
¿Qué podemos hacer para prevenir el suicidio?
No todos los que piensan en el suicidio tienen por qué intentarlo, pero sí es importante identificar si alguna persona a nuestro alrededor se encuentra en este estado ya que es en este punto cuando podemos actuar y prevenirlo.
La forma que tenemos para poder ayudar a la persona que piensa en suicidarse pasa por darle la opción de que hable de estos pensamientos y de lo que le está llevando a sentirse así.
Hay algunos mitos erróneos que tenemos que tener en cuenta sobre la intención de suicidio:
- Se dice en el ambiente popular que hablar sobre las ideas de suicidio con una persona que esté en riesgo incita a que lo realice. Esto no es cierto, sino que alivia la tensión y reduce el riesgo y puede ser la única posibilidad que la persona tenga para analizar estos propósitos autodestructivos y buscar otra salida.
- El que expresa su deseo de acabar con su vida no lo hace. Las investigaciones sugieren que de cada diez personas que se suicidan, nueve verbalizaron claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida. Por lo tanto, estas señales nunca pueden ser consideradas a priori como un chantaje o manipulación de la persona para la obtención de un fin determinado.
Cuando nos encontramos con una persona con ideas de suicidio para ayudarle es necesario que cuidemos nuestra posición y actitud respecto a él o ella. Debe ser de total respeto a la persona (sin criticar, juzgar, discutir o desafiar ni utilizar sarcasmos) y en una disposición de escucha auténtica y reflexiva sin entrar en pánico.
Como hemos comentado antes, los adolescentes son un grupo especialmente vulnerable. Muchas veces se detecta un cambio no tanto en casa, sino en el entorno social y colegio donde a veces comentan su malestar. Es importante que desde los centros educativos se pueda aprender a detectar y dar apoyo a las personas en crisis.
Una comunicación basada en el respeto y comprendiendo la situación de crisis que la persona está viviendo, permite abrir un camino para poder buscar alternativas como: ayudarle a pedir ayuda profesional especializada, acompañarle a Urgencias para que sea valorado y brindar apoyo emocional en el proceso para ayudarle en la recuperación. Por otro lado, desde el punto de vista social y político es importante mantener el debate sobre el suicidio y darle visibilidad para instaurar y mejorar protocolos que faciliten la prevención.
No quisiera terminar sin mencionar a los familiares de aquellas personas que se han suicidado ya que cuando esto ocurre la familia y el entorno de la persona vive un gran shock y sufrimiento. Se plantean múltiples preguntas: ¿Por qué ha tomado un camino irreversible? ¿Por qué no ha pedido ayuda? ¿Se podía haber hecho algo para evitarlo? ¿Cómo es que no lo he visto? ¿Aquel día que me dijo…. me tenía que haber dado cuenta de esto? Surge la angustia, frustración y sentimientos de culpa.
La pérdida y todas estas preguntas les acompañaran a lo largo de la vida. Ellos también necesitan el acompañamiento de la sociedad (sin criticar ni estigmatizar) y recursos que les brinden el apoyo y ayuda para gestionar algo tan traumático y poder elaborar el duelo de forma correcta.