Especialista en Endocrinología y Nutrición de IMQ
Con la aceleración constante de los ritmos de vida cada vez es más complicado reservar un tiempo diario a la elaboración de comidas que nos ayuden a consolidar una dieta saludable. En muchas ocasiones nos vemos abocadas a comer fuera de casa, incluso de una forma completamente imprevista. Según el último informe de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), actualmente seis de cada diez trabajadores comen con regularidad fuera del hogar.
Estas complicaciones son uno de los principales factores que nos impulsan a visitar las cadenas de comida rápida, adquirir alimentos ultraprocesados en los supermercados o a consumir productos de las máquinas de vending. En definitiva, a mantener actitudes que pueden descolocar nuestros hábitos alimenticios y acabar degenerando en enfermedades como el sobrepeso o la obesidad.
A lo largo del siguiente artículo trataremos de ofrecer algunas claves para evitar estas “vías de escape”, así como para poder afrontar esos momentos de “emergencia” con comidas saludables.
La prevención es la mejor de las opciones:
La práctica denominada batch cooking está a la orden del día, es decir, reservar una porción de tiempo en nuestros días libres para preparar las diferentes comidas de la semana. Podremos distribuirlas en tuppers o, incluso, congelarlas, lo que nos servirá para evitar esos momentos de “emergencia” de nuestra vida diaria. Además, cuando cocinamos en el hogar, controlamos los productos que consumimos, su procedencia y podemos planificarnos mediante un calendario de comidas regulando así el consumo de una variedad de alimentos amplia que garantice un estado nutricional adecuado.
En una de las guías de alimentación saludable editada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) puede encontrarse un plan semanal muy apetecible y equilibrado, con la presencia adecuada de alimentos pertenecientes a los distinto grupos de la pirámide alimenticia (legumbres, carnes, pescados, verduras, frutas…).
Además, cabe recordar la importancia de un desayuno completo. Si antes de afrontar la jornada laboral optamos por un desayuno compuesto por lácteos (leche, yogur…), cereales como el pan o cereales de fibra, una pieza de fruta, notaremos sus beneficios durante toda la mañana. Este aporte energético-calórico nos permitirá mejorar el rendimiento físico, intelectual y la actitud en el trabajo, así como equilibrar las ingestas.
Soluciones de emergencia:
Si, por el contrario, resulta imposible reservar ese tiempo para planificar las distintas comidas de la semana, tranquilidad, existen multitud de soluciones para no descuidar nuestros hábitos alimenticios.
- En nuestro lugar de trabajo nos convendrá tener a mano algunas piezas de fruta para hacer frente a esos momentos de apetito repentino. Lo más recomendable es optar por frutas frescas (manzanas, mandarinas…), a poder ser de temporada. Los frutos secos, también serán una buena forma de prevenir los momentos de “emergencia”, dado que podrán permanecer un tiempo guardados sin perder calidad y nos aportarán una buena cantidad de calorías. Cacahuetes, nueces o almendras, serán buenas elecciones, siempre y cuando los consumamos crudos y no, por ejemplo, rebozados en miel. Pero ojo, son alimentos con un aporte calórico muy elevado por lo que hay que limitar la cantidad a un puñado pequeño. Otra forma de salvar ese aperitivo, saludablemente hablando, es optar por un yogur o una porción de queso fresco.
- A la hora de afrontar las comidas, en el supermercado más cercano podremos encontrar una variedad de productos listos para comer y que respetan los parámetros de lo que se considera comida sana. Las verduras en conserva son uno de los alimentos procesados más saludables. Botes de menestra o pisto, por ejemplo, no pierden apenas propiedades y pueden resultar en una comida rápida, sencilla y apetecible. Además, podemos realizar combinaciones con vasitos de quinoa o cereales como el arroz para conseguir recetas más completas y jugosas.
- Las cremas de verduras también podrán sacarnos de apuros mientras prestemos atención a los ingredientes indicados en sus respectivas etiquetas. Debemos asegurarnos de que estén compuestas mayoritariamente por agua, aquellas verduras que indica en el nombre del producto y sal. Por otro lado, es recomendable evitar las que entre los ingredientes de su etiquetado contengan “concentrado de…” y “extractos de…”.
- Otro producto que conviene tener cerca son las ensaladas preparadas. Al igual que con las opciones anteriores, siempre será mejor aquella ensalada que confeccionemos en casa. Sin embargo, en los supermercados podemos encontrar opciones válidas para nuestra alimentación, una vez más, consultando previamente la lista de ingredientes y no abusando de añadidos como el fiambre y los picatostes.
- Finalmente, si no queda más opción que recurrir a las máquinas de vending, deberemos hacerlo con mucha cautela. Si bien es cierto que en los últimos años los gobiernos de comunidades autónomas como la de Madrid o la Valenciana, han iniciado acciones para aumentar el número de productos nutricionalmente aceptables en estas máquinas, estos siguen siendo prácticamente anecdóticos. Solo los frutos secos crudos, la fruta fresca o los palitos de verdura, como zanahorias, son opciones para tener en cuenta.