Existen muchas ideas equivocadas sobre la anemia como que su aparición se debe exclusivamente a una mala alimentación. La anemia se caracteriza por tener más baja de lo normal la hemoglobina, sustancia contenida en los hematíes cuya función es transportar oxígeno a las células. Los niveles normales dependen del sexo y de algunas otras condiciones. Habrá anemia si está por debajo de 13 g/dl en el hombre, de 12 g/dl en la mujer o de 11 g/dl durante el embarazo o en niños de menos de 6 años. Los médicos diferencian entre varios tipos. La más conocida es la falta de hierro (anemia ferropénica), aunque hay otras muchas como carencia de ácido fólico o vitamina B12, problemas hormonales como el hipotiroidismo, destrucción prematura de los hematíes (anemias hemolíticas), enfermedades crónicas, causas hereditarias, patologías que afectan a la médula ósea como las leucemias, etc. Muy rara vez se debe a una mala alimentación.
Produce palidez, cansancio, fatiga, taquicardia o palpitaciones, dolores de cabeza, dificultad para concentrarse o aumento de sensibilidad al frío. Si se debe a falta de hierro, se suele dar, además, caída del cabello, uñas frágiles y boqueras, entre otros. Si la causa es una enfermedad como una leucemia, la falta de plaquetas y de glóbulos blancos generará hematomas, sangrados por nariz o encías e infecciones.
Cuándo acudir a consulta
Debe consultarse cuando hay un sangrado menstrual excesivo –sobre todo si es crónico– que pueda provocar falta de hierro, se pierde apetito y/o peso, hay una alteración del ritmo intestinal, heces negras... Sin caer en el alarmismo, una anemia ferropénica no explicada (sobre todo en varones de cierta edad) puede indicar una enfermedad maligna.
Especialista en Hematología en IMQ