La toxoplasmosis es una infección provocada por un parásito (Toxoplasma gondii) que se hospeda en el gato y otros felinos. Estos lo expulsan con las heces en forma de ovocistos (quistes) que son ingeridos por pájaros, roedores, animales domésticos herbívoros e, indirectamente, por humanos. Puede afectar a todo tipo de personas y a cualquier edad, aunque es una infección generalmente banal que se cura espontáneamente en la mayoría de los casos.
No obstante, en caso de un sistema defensivo alterado (sida, cáncer linfático, tratamientos crónicos con inmunosupresores o quimioterapia), existe un mayor riesgo de sufrir toxoplasmosis aguda y sus consecuencias son más graves, fundamentalmente lesiones en el sistema nervioso central. Por otro lado, cuando la infección la contrae una mujer embarazada, puede transmitirse al feto por la placenta produciéndole daños graves que pueden conllevar un grado importante de discapacidad, malformaciones e incluso muerte intrauterina.
Carne contaminada poco cocinada, principal vía de transmisión
Es importante recalcar que una única ingestión es todo lo que se necesita para producir la infección en una persona. La vía de transmisión habitual para el ser humano suele ser la ingestión de estos quistes a través de carne contaminada poco cocinada. En este sentido, la carne poco hecha o insuficientemente congelada constituye una fuente importante de infección en los países desarrollados, sobre todo la de origen ovino o porcino, mientras que la incidencia en el ganado bovino es mucho menor.
La carne procedente de animales criados estrictamente en el interior de establos es menos probable que esté contaminada que la que viene de animales que lo hacen al aire libre. Además de la transmisión por ingestión, existe una baja incidencia de infección directa del parásito a través de transfusiones u órganos transplantados.
¿Cuáles son los síntomas de la toxoplasmosis?
Respecto a las señales de alarma, en personas con un sistema inmunitario fuerte, la infección aguda no suele provocar síntomas y se cura de forma espontánea en pocos días o semanas. Pasa inadvertida en el 80 a 90% de los casos en adultos y niños. Esta circunstancia dificulta su diagnóstico en las madres infectadas durante el embarazo. Cuando se producen síntomas, los más frecuentes suelen ser la aparición de un bulto indoloro y de consistencia variable en el cuello, por encima de la clavícula o en la ingle. Puede acompañarse de malestar, fatiga o fiebre, dolores musculares, dolor de garganta o manchas en la piel.
Sin embargo, en aquellas personas con alteraciones del sistema inmunitario la infección aguda puede conllevar fiebre,inflamación de ganglios, dolor de cabeza, lesiones en la piel, síntomas respiratorios, pérdida de fuerza en extremidades, confusión o convulsiones.
Con anticuerpos, el organismo queda inmunizado
Dado que a menudo no existen síntomas o son muy poco específicos, la enfermedad se diagnostica habitualmente mediante la investigación de anticuerpos contra el parásito en la sangre del paciente a través de diferentes técnicas. En este punto, cabe destacar que una vez que un organismo tiene anticuerpos contra la toxoplasmosis, queda inmunizado para siempre. Por ello, los especialistas recomiendan a las mujeres que estén planeando quedarse embarazadas que se hagan con anterioridad una prueba de los anticuerpos contra esta enfermedad.
Los pacientes con un sistema inmune sano habitualmente no precisan tratamiento. Sin embargo, en personas con inmunodeficiencia la infección aguda debe tratarse con medicamentos pues esta enfermedad puede causar graves secuelas. Cuando la toxoplasmosis afecta a la mujer gestante, existe controversia respecto a si se debe tratar o no a estas pacientes pues no hay una clara evidencia de que el tratamiento reduzca el riesgo de infección fetal o sus consecuencias. En estos casos, el especialista y la paciente deben decidir conjuntamente la posibilidad de tratamiento.
Consejos en la cocina
La transmisión de la toxoplasmosis se puede prevenir no comiendo carne poco hecha o cruda (se debe cocinar hasta que cambie de color, es decir, a más de 66º, o tras haber sido congelada a -12º). En este sentido, también es importante evitar la contaminación a través de cuchillos y otros utensilios que se utilicen al preparar carne infectada. Asimismo, puede ser una fuente de infección beber agua contaminada, muy frecuente en países poco desarrollados. Por otro lado, es importante lavar siempre bien las frutas antes de ingerirlas, ya que pueden estar contaminadas. La limpieza de manos es la medida más simple para evitar la transmisión de gérmenes de un lugar a otro. Por ello, es importante lavarse bien las manos después de actividades potencialmente peligrosas en este ámbito, como preparar la comida o trabajar en el jardín.
Cuidado con las heces de gato
Debido a que la vía de infección más habitual en la toxoplasmosis es la manipulación de heces felinas, hay que evitar tener contacto con estas deposiciones y, si es imprescindible manipularlas, extremar al máximo las condiciones de higiene en la limpieza de los areneros. Hay que aclarar que un gato doméstico que vive en el interior de una casa tiene pocas probabilidades de infectarse y, por tanto, ser fuente de infección.
Los más proclives a infectarse son los gatos silvestres, los que tienen acceso al exterior, aquellos que comen carne cruda o cazan pájaros o ratones y se los comen. Una vez infectado, el gato incuba el parásito en un periodo de entre 3 y 20 días. Después, libera los quistes en las heces durante un mes. Sin embargo, para que sean infecciosos necesitan a su vez un tiempo de exposición exterior de entre 24 y 48 horas. Es importante remarcar que aunque este gato se vuelva a infectar, nunca más liberará estos quistes.
Emilio Uriarte
Especialista en Medicina Interna de IMQ