Endocrinóloga en IMQ
En los últimos años, la prevalencia de la obesidad y de las enfermedades metabólicas asociadas se ha incrementado de forma muy significativa y, si se cumplen las previsiones, va camino de afectar en 2030 a la tercera parte de la población mundial. En Euskadi, se estima que un 15% de la población es obesa. Tras el tabaquismo, se ha convertido en la segunda causa de muerte evitable.
A la obesidad se le asocian patologías como la cardiopatía isquémica, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, apnea del sueño y riesgo de algunos tipos de cáncer. Otras consecuencias no menos importantes son la ansiedad y la falta de autoestima, que influyen en los ámbitos social y laboral.
Tener una vida activa, realizar ejercicio y llevar una alimentación sana son las formas más seguras de perder peso. En ocasiones, se puede conseguir con determinados fármacos una pérdida de peso mantenida en el tiempo.
En la actualidad, existen unidades especializadas que ofrecen soluciones no solo a aquellas personas que padecen un problema de sobrepeso mediante consejos y dietas individualizadas, sino también técnicas avanzadas a aquellas otras con obesidad de distinto grado. Cuando ésta es moderada o severa y el tratamiento médico ha fracasado, se pueden aplicar desde técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico y la sutura gástrica, hasta cirugía bariátrica.
Cirugía bariátrica
De entre todos los tratamientos, la cirugía bariátrica es la que ha mostrado mayor eficacia a largo plazo. Está indicada cuando el Índice de Masa Corporal (IMC) es superior a 40, siempre que no se haya conseguido perder peso con dieta, ejercicio o medicamentos. Sus beneficios se extienden a pacientes con un IMC superior a 35 o patologías asociadas como la diabetes melitus o apnea del sueño e, incluso, podría aplicarse en personas con diabetes mal controlada, riesgo cardiovascular elevado e IMC mayor de 30. La cirugía bariátrica consigue que la pérdida de peso se mantenga en el tiempo y, con ella, mejoren todas las enfermedades asociadas y aumente la calidad de vida y la supervivencia del paciente.
Las técnicas más empleadas, eficaces y con menores efectos secundarios son el bypass gástrico y la gastrectomía vertical (tubular), en las que se crea un pequeño reservorio en el estómago por vía laparoscópica.
El tratamiento no termina con la intervención. Para garantizar el éxito a largo plazo, se debe realizar un seguimiento y control posterior continuado, con revisiones periódicas. Una labor multidisciplinar en la que deberían intervenir profesionales como los endocrinólogos, nutricionistas, psiquiatras, endoscopistas y cirujanos bariátricos.