Aunque cada vez se oye más hablar de los triglicéridos, en muchas ocasiones puede que no se tenga claro qué son o la función que cumplen. Por dar una definición sencilla, decir que forman parte del grupo de los lípidos que circulan por el torrente sanguíneo para suministrar energía a los músculos o ser almacenados en el tejido adiposo como grasa, que es la forma más eficiente que tiene el organismo de acumular energía.
Se habla de hipertrigliceridemia cuando los niveles de triglicéridos en sangre son iguales o superiores a 200 mg/dl y su presencia está relacionada con un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Cifras a partir de 500 y, sobre todo, de 1.000 mg/dl pueden desembocar en una pancreatitis aguda (inflamación del páncreas) que constituye una complicación muy grave, potencialmente mortal.
Cabe recordar en este punto que el exceso de triglicéridos afecta a una elevada proporción de la población adulta y su prevalencia está aumentando en los últimos años como consecuencia del deterioro de los hábitos de vida. En concreto, por el consumo de alimentos de alta densidad calórica y la disminución de la actividad física causantes de la creciente epidemia de obesidad, diabetes y del síndrome metabólico.
Más frecuente en varones y personas de edad media, ante unos niveles altos de triglicéridos hay que acudir al médico de cabecera para que a través de la historia clínica (antecedentes familiares, hábitos de vida, enfermedades y consumo de fármacos), junto con una exploración física y una analítica complementaria, pueda realizar el diagnóstico del trastorno causante, valorar los factores que la agravan y calcular el riesgo cardiovascular global.
Tratamiento de la hipertrigliceridemia
El tratamiento debe iniciarse siempre con cambios en el estilo de vida. Es fundamental controlar el peso, para lo que se recomienda seguir una dieta con actividad física adecuada, excluir el consumo de alcohol, abandonar el tabaco y evitar la toma de fármacos que elevan los niveles de triglicéridos. Además, se establecerá un seguimiento adecuado de las enfermedades asociadas.
Estas pautas permiten normalizar las cifras de triglicéridos en la mayor parte de los pacientes. En los demás, en función del riesgo de sufrir patologías cardiovasculares o de páncreas, el médico le recomendará el tratamiento farmacológico más adecuado (estatinas, fibratos, niacinas, ácidos grasos Omega 3). Los productos que se anuncian para controlar el colesterol y los triglicéridos pueden ayudar, pero ninguno cura o previene la enfermedad por sí mismo.
Una vez establecido el diagnóstico y el tipo de abordaje, se establecerá un seguimiento para valorar su eficacia cuya periodicidad variará en función de los niveles iniciales de triglicéridos, del tratamiento instaurado y de las posibles complicaciones.
Miryam Boyero Uranga
Especialista en Medicina General de IMQ