[entradilla]Nunca ha sido tan fácil como ahora saber cuánto y cómo nos movemos y conocer ciertos datos de nuestro organismo gracias al uso de algún wearable saludable.[/entradilla]
Una de las grandes paradojas de la sociedad actual es que, al mismo tiempo que aumentan las enfermedades causadas por el sedentarismo y los malos hábitos alimenticios o de vida crece cada vez más la preocupación por la salud y el autocuidado. De ahí que si no se dispone de una aplicación “saludable” en el móvil o un artilugio en la muñeca que mida los pasos que se dan, el ritmo de nuestro corazón, las calorías consumidas, la calidad de tu sueño, la presión arterial o las constantes vitales se tiene la sensación de estar fuera de onda. Nunca ha sido, además, tan fácil como ahora saber cuánto y cómo nos movemos y conocer ciertos datos de nuestro organismo gracias al uso de algún wearable saludable.
La salud está siendo, sin duda, una de las principales beneficiadas por la eclosión de los wearables (pulseras, relojes y gafas inteligentes, dispositivos en la ropa etc.) y las apps, dentro del ecosistema digital del mundo eHealth, han contribuido todavía más a ello.
Pon un wearable saludable en tu vida
Apps de salud
Existen, de hecho, ya en el mercado más de 200.000 aplicaciones de salud para cubrir cualquier necesidad genérica o específica que sintamos (monitorizar la práctica deportiva, controlar la diabetes, el embarazo, la alimentación, enfermedades pulmonares, dejar de fumar, disponer de la historia clínica online, hacer una video consulta y hasta contar con un asesor médico personal, entre otras muchas cosas…).
Aunque el 88,7% de la población sigue acudiendo a los profesionales sanitarios como primera y más fiable opción (con un grado de confianza del 92%), lo cierto es que las TIC ligadas a la salud están cobrando cada vez más importancia como fuente de consulta o de control. 42 millones de personas cuentan ya hoy en Europa con aplicaciones móviles para mejorar su bienestar siendo más de 23 millones las que usan algún dispositivo wearable saludable para recopilar y controlar los datos de salud.
Por otro lado, el uso de un wearable saludable favorece la conexión entre los usuarios en base a plataformas y redes sociales, algo importante porque está demostrado que cambiar un hábito es más fácil con el apoyo del grupo que solos.
De las opciones de medición que ofrecen este tipo de dispositivos cada usuario se puede, por otra parte, centrar en lo que más le interesa y compartir sus progresos. Dado que en el ejercicio, la costumbre es muy importante contribuyen también a generar una dinámica de refuerzo positivo que acabe ayudándonos a caminar esos 10.000 pasos diarios (unos 8 kilómetros) que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Asimismo, las aplicaciones y plataformas que facilitan el acceso de los pacientes a su historia clínica, como IMQ ON , facilitan que éstos sean más corresponsables de su propio autocuidado favoreciendo su implicación. Implicación, que a su vez, supone ahorros para el sistema de salud que ayudan a mejorar su sostenibilidad.
¿Son fiables y convenientes los wearables saludables?
Pues, en honor a la verdad, unos más que otros dependiendo de quién esté detrás y de sus conocimiento respecto a salud y medicina, pero, en general, se está demostrando que tienen efectos positivos al generar un mayor conocimiento, control y concienciación, resultar cómodos y flexibles e incluso en algunos casos facilitar una atención más próxima y personalizada con el médico.
Los propios profesionales sanitarios están empezando también a interesarse, cada vez más, en esta tecnología, de modo que los esfuerzos se están volcando en introducirlos dentro de la gestión del Sistema Sanitario para tener un control constante de los signos vitales de sus pacientes en riesgo e incluso en algún caso salvar vidas. Eso sí sin sustituir nunca el contacto directo con el médico, el verdadero garante de una atención sanitaria de calidad.
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