Especialista en Aparato Digestivo de IMQ
El acto de comer debería ser siempre placentero, pero los problemas digestivos provocados por ciertos hábitos perjudiciales son muy comunes. Modificar algunos de ellos puede hacerte recuperar la satisfacción que sientes al consumir tus alimentos favoritos sin sufrir consecuencias negativas. ¿Quieres evitar digestiones pesadas y otros trastornos similares? Quédate con nosotros.
Guía de recomendaciones para evitar los problemas digestivos
Los gases, la sensación de plenitud, la acidez gastroesofágica y el estreñimiento, que afecta al 20 % de la población española, son síntomas que pueden aparecer en cualquier momento. Sin embargo, en algunos casos, no es posible aliviar los problemas que afectan a la digestión con solo cambiar de hábitos.
Cuando se tienen síntomas digestivos y tienden a la cronicidad (se prolongan en el tiempo), es recomendable acudir a un médico para aclarar que no sean síntomas de alarma o que indiquen que hay que estudiar al paciente.
Sin profundizar en las diferentes enfermedades digestivas (intestino irritable, dispepsia, intolerancias, etc.), hay algunas recomendaciones que son saludables y sanas que pueden facilitar y favorecer una buena digestión de los alimentos y con ello, ayudar al tubo digestivo.
En ausencia de patologías como las mencionadas, lo común es pensar que con una alimentación adecuada desde el punto de vista nutricional basta para que comer no sea un problema, aunque no siempre es así. Algunas costumbres alteran los procesos digestivos, y lo más conveniente es que las corrijas siempre que sea posible.
1. No beber el agua suficiente
El agua es una bebida vital. Beber al menos dos litros de líquidos al día es importante, ya sea como agua o mediante caldos claros e infusiones durante las comidas o fuera de ellas. Por el contrario, las bebidas gaseosas o con cafeína no son la mejor opción.
Respecto al funcionamiento del aparato digestivo, la razones para hidratarte adecuadamente son dos. La primera es que los líquidos contribuyen a hidratar el bolo fecal y acelerar el tránsito en el intestino, lo que ayuda a combatir el estreñimiento. Por otro lado, una mayor ingesta de líquidos da una mayor sensación de plenitud (pero hay que evitar que esos líquidos no sean azucarados ni con gas).
2. Comer solo lo necesario
Alimentarse bien no significa hacerlo sin límites. Una ingesta excesiva causa digestiones pesadas y también puede ocasionar reflujo gastroesofágico que aparece cuando el contenido del estómago sube hacia el esófago, lo que puede irritar la mucosa de este órgano.
Comer despacio permite que la señal de saciedad, que tarda 20 minutos en producirse, llegue desde el hipotálamo y te indique que ya has ingerido lo suficiente. Este mecanismo es mediado por el nivel de glucosa en sangre y por algunas sustancias que se producen en el intestino.
3. Controlar el estrés
Las conexiones nerviosas entre el sistema digestivo y el cerebro son múltiples. En concreto, padecer estrés agudo o crónico desencadena dos problemas digestivos principales: aumento de la secreción ácida del estómago y alteraciones en el movimiento gastrointestinal. El resultado son múltiples molestias abdominales y digestivas desencadenadas por el estrés. Si este es tu caso, no lo dudes y apóyate en técnicas para controlar la ansiedad, como la meditación o el yoga, y no te sientes a comer si te sientes estresado.
4. Respetar el ritmo de las comidas y planificar la dieta semanal
Mantener un horario habitual de comidas supone grandes beneficios, como mantener un peso saludable y evitar la ansiedad a la hora de comer. Para ello, es importante hacer una planificación de la dieta semanal y organizar la compra considerando el desayuno, almuerzo, cena y meriendas o snacks saludables como frutas frescas, frutos secos o yogur.
Come despacio y mastica bien cada bocado para triturar los alimentos y mezclarlos con la saliva y, así, facilitar la digestión, que comienza en la boca.
5. Evitar las sustancias nocivas y la vida sedentaria
El alcohol y el tabaco son gastro-erosivos, es decir, irritan la mucosa gástrica, favoreciendo la aparición de gastritis o úlceras, y relajan el esfínter esofágico superior, lo que favorece el reflujo ácido. Además, el alcohol es nocivo para el hígado y para el páncreas, y puede ser la causa de cirrosis y de pancreatitis crónica.
La buena noticia es que el tabaquismo disminuye paulatinamente, aunque se estima que 400 000 adolescentes vascos ya son fumadores a los 14 años.
El ejercicio y la vida no sedentaria facilitan el buen tránsito gastrointestinal.
6. Tomar fibra y proteína
Incluir estos dos macronutrientes en cada comida es fundamental para el buen funcionamiento del tubo digestivo. La presencia de proteínas estimula la secreción de los jugos digestivos. Asimismo, una ingesta rica en fibra es recomendable para prevenir o tratar el estreñimiento, ya que incrementa el volumen de las heces, la frecuencia de defecación y reduce el tiempo de tránsito intestinal además de producir sensación de saciedad.
Intenta en la medida de lo posible evitar los alimentos procesados.
7. Lavarse las manos
Mantener buenas prácticas de higiene durante la manipulación y preparación de alimentos es imprescindible para evitar los problemas digestivos. Algunos ejemplos son cocinar suficiente la carne y el pescado, evitar la posible contaminación cruzada entre alimentos cocinados y no cocinados y lavarse las manos. Esto último hazlo con jabón y agua tibia, y fomenta que los niños adquieran este hábito a una temprana edad.
8. Cenas tempranas y escasas
No necesitamos ingerir calorías para irnos a dormir porque nuestro cuerpo no va a consumirlas. Cenar poco y temprano evita el reflujo del estómago al esófago y disminuye la toma de alimentos con lo que facilita su paso por el tubo digestivo.
Los hábitos erróneos que te hemos mencionado tienen fácil solución. Solo debes modificar algunas costumbres para que comer vuelva a ser una experiencia placentera. Recuerda que alimentarte adecuadamente es una garantía para la buena salud.