Un implante dental es una pieza metálica que se coloca en el hueso y reemplaza la raíz del diente ausente, sobre la que se situará la prótesis correspondiente (corona, puente o dentadura). El implante dental suple la falta de una pieza natural que se ha perdido a causa de un traumatismo, una enfermedad o una caries, por ejemplo.
A continuación, te explicamos cuáles son los distintos tipos de implante, en qué se diferencian, su procedimiento quirúrgico y en qué consiste su mantenimiento.
En función de la colocación en relación al hueso, hoy en día se limitan a los implantes endo-óseos, quedando una técnica anterior en desuso, los implantes subperiósticos.
A su vez también disponemos de los implantes cigomáticos, colocados en el hueso del pómulo, como una alternativa para casos que no se pueden solucionar con técnicas más convencionales.
El proceso quirúrgico más adecuado para cada paciente se decide en función de la valoración previa del odontólogo y tras realizar las pruebas diagnósticas pertinentes.
En este caso, distinguimos entre los implantes tradicionales, o de dos fases, y los implantes inmediatos (cuya colocación se realiza justo después de la extracción del diente natural).
Implantes de carga inmediata. Se trata de colocar una prótesis provisional en el momento de la de colocación del o los implantes, recuperando estética y en algunas situaciones funcionalidad.
Esta opción, también conocida como implantología de carga inmediata, requiere que el paciente cumpla con una serie de condiciones de salud dental. Estos implantes necesitan contar con una muy buena estabilidad primaria para que los implantes puedan quedar fuertemente anclados.
Por último, debemos hablar también de la cirugía guiada, un método de colocación de implantes dentales que utiliza un escáner para generar modelos 3D del estado bucodental que permite realizar una férula quirúrgica que facilita la inserción de los implantes en la situación previamente planificada.
El especialista en implantología oral es el responsable de valorar el caso de cada paciente para indicar el tipo de tratamiento más adecuado.
La forma del implante es otra clasificación posible para los implantes endo-óseos. Distinguimos tres tipos: tornillo, cilindro y laminado. Tanto los de forma cilíndrica como los laminados están hoy en día obsoletos, por lo que centraremos la explicación en los implantes con forma de tornillo.
El material más conocido, y utilizado universalmente, para fabricar los implantes y su colocación en boca es el titanio.
Los implantes de titanio llevan décadas utilizándose. Este metal, muy usado en medicina, tiene una alta biocompatibilidad, a la vez que es resistente y ligero, lo que favorece una muy buena cicatrización entre el implante dental y el hueso natural. Además, como el titanio no se desgasta con los fluidos corporales, el hueso se adhiere de forma satisfactoria.
La superficie de los implantes de titanio se somete a alguno de los distintos tratamientos que pueden aplicarse para obtener una mayor adherencia con el hueso y promover su crecimiento. Asimismo, puede crearse una superficie rugosa, en lugar de lisa, para que haya más superficie en contacto directo con el hueso.
El principal requisito para poder optar a un tratamiento con implantes dentales es disponer de una cantidad suficiente de hueso maxilar o mandibular, tanto en altura como en anchura, en la zona en la que se precise. La escasez de hueso puede deberse a diferentes causas, como padecer una enfermedad periodontal previa, haber perdido los dientes hace mucho tiempo o tener una edad muy avanzada, aunque en muchos casos este no es un impedimento.
Existen distintos procedimientos para aumentar la cantidad de hueso en la zona según cuál sea la deficiencia ósea, pero el especialista será quien determine la idoneidad.
Son pocos los casos en que se desaconsejan los implantes dentales. El odontólogo, y en determinadas ocasiones el médico, valora la conveniencia según cada paciente.
Los riesgos a tener en cuenta son los siguientes:
Tras las pertinentes pruebas diagnósticas y una vez establecido el plan de tratamiento, el siguiente paso es la cirugía para colocar el implante dental. En el caso de los implantes tradicionales o de dos fases, el primer paso es colocar el cuerpo del implante dental en la mandíbula o en el hueso maxilar por debajo de la encía, sustituyendo la raíz. Para ello, el cirujano realiza un corte para abrir la encía y colocar el implante. Pueden darse algunos puntos de sutura para proteger la zona intervenida.
Comienza entonces el periodo de osteointegración, en el que el implante se integra con el tejido óseo al igual que la raíz de un diente natural. Este periodo suele durar unos de 2 meses a 6.
Pasado el tiempo necesario, se abre nuevamente la encía para colocar un pilar de cicatrización que dé acceso directo al implante para empezar a hacer la prótesis definitiva que sustituye al diente natural. Tras algunos días, se puede proceder con la prótesis.
En algunos casos, se fija el pilar al cuerpo del implante en la misma cirugía. La elección del procedimiento depende de las características de cada paciente, que son valoradas por el implantólogo. Los intervalos entre los distintos procesos son importantes para lograr una correcta cicatrización y evitar infecciones.
El proceso cambia cuando se trata de implantes de carga inmediata, ya que el paciente debe cumplir con las condiciones de salud bucal necesarias para realizar este tipo de tratamiento.
En este caso, se siguen los mismos pasos que en una cirugía de implantes tradicionales, solo que en una misma sesión se fijan el cuerpo del implante y el pilar, y sobre este se coloca una prótesis provisional hasta que transcurra el periodo de osteointegración, tras el que se colocará la prótesis definitiva.
Como en cualquier otro tratamiento que implica una cirugía, deben contemplarse algunos riesgos o complicaciones que, si bien no son habituales, pueden suceder.
Respecto al dolor, es normal sentir molestias tras la cirugía en la que se coloca el cuerpo del implante, especialmente cuando pasa el efecto de la anestesia. Estas molestias suelen durar entre 24 y 48 horas, y para ello se prescribe la toma de analgésicos y antiinflamatorios, pautando las tomas y los cuidados que sean necesarios.
También es necesaria la toma de antibióticos para evitar infecciones.
También es normal que se presente una ligera inflamación. Todos estos síntomas deben ir remitiendo con la medicación y el paso de las horas. En caso contrario, si el dolor o la inflamación se incrementan , es recomendable consultar al odontólogo. También si la herida sangrase de manera excesiva.
En cuanto a los riesgos o complicaciones que puedan suceder tras la intervención, hay una serie de factores que deben tenerse en cuenta para atenuar esta posibilidad durante el periodo de osteointegración.
La existencia de enfermedades sistémicas, el tabaquismo, LA DIABETES, una mala higiene dental o algunos tipos de medicación pueden afectar la correcta integración del implante en el hueso e incluso favorecer las infecciones. En caso de dolor, hinchazón o supuración se debe acudir al odontólogo lo antes posible.
A medio y largo plazo, existe el riesgo de la aparición de la periimplantitis, una patología inflamatoria que afecta a los tejidos que rodean a los implantes dentales sometidos a carga y que puede llegar a producir la pérdida del hueso. Es el equivalente a la enfermedad periodontal o piorrea.
Seguir las indicaciones postoperatorias, mantener una adecuada higiene bucodental y realizar las revisiones pertinentes es muy importante para minimizar cualquiera de las complicaciones mencionadas.
El mantenimiento y el cuidado de los implantes dentales es fundamental para evitar los riesgos, detectar cualquier cambio en la prótesis o en los tejidos que la rodean, así como diagnosticar y tratar cualquier complicación que surja.
Los cuidados de los implantes dentales son similares a los de los dientes naturales, sin mayor complicación. Los detallamos a continuación:
Cada vez son más las personas que están interesadas en hacerse un implante dental, pero tienen dudas al respecto. A continuación, respondemos a las preguntas más frecuentes que se plantean los pacientes.
Sí, es posible hacerse un implante dental cuando no hay hueso suficiente. Para ello, se realiza previamente una regeneración ósea. Existen diversas técnicas, como el injerto de hueso o la elevación de seno maxilar, esta última en el maxilar superior. Tras la realización del procedimiento más adecuado y la posterior cicatrización, se podrá colocar el implante dental.
Tras la colocación de un implante dental, en las horas siguientes se aconseja ingerir alimentos fríos en forma de líquidos, cremas, batidos, yogures o helados para ayudar a la vasoconstricción, es decir, el estrechamiento de los vasos sanguíneos, y disminuir el sangrado y la inflamación. Tras las primeras horas, es recomendable seguir una dieta blanda para evitar masticar demasiado.
No, el organismo no «rechaza» un implante. El material del que están hechos los implantes es biocompatible, por lo que el sistema inmunitario no los identifica como extraños. Sí que puede ocurrir que se produzca una mala cicatrización por alguna de las causas antes mencionadas.
Los implantes dentales pueden durar según los estudios más de 25 años, dependiendo de cuál haya sido la situación de partida y el cuidado mantenido a lo largo del tiempo. El implante en sí es para siempre, ya que el material con el que está hecho se integra en el hueso y no se desgasta.
El factor principal para la duración de los implantes es mantener unos hábitos correctos de higiene bucal (ya que con ella mitigamos la pérdida del hueso) y acudir a todas las revisiones que paute el odontólogo. De esta forma, se evita la formación de placa bacteriana en la superficie del implante y en el tejido mucoso que lo rodea, causante de enfermedades periodontales.
Los implantes dentales se han convertido en la mejor alternativa para suplir la pérdida de piezas dentales naturales gracias a las ventajas que ofrecen frente a otras opciones. Las principales son: