Arritmia y taquicardia a menudo se confunden pero, en realidad, no son lo mismo. La palabra arritmia significa trastorno del ritmo; puede ser por exceso –se hablaría de taquicardias, en general ritmos cardiacos superiores a 100 latidos por minuto– o por frecuencia lenta –normalmente por debajo de 50 latidos por minuto, denominada bradicardia–. Dado que estas últimas, salvo las extremas, que pueden llegar a precisar de marcapasos, son muy habituales y sin repercusión clínica, el concepto de arritmia se ha asimilado al de taquicardia debido a que en este caso sí puede haber un pronóstico más grave.
El origen de las arritmias es multifactorial: algunas tienen una base genética o esporádica sobre corazones estructuralmente sanos. No obstante, la mayoría están ligadas al proceso de envejecimiento cardiaco con la presencia de factores de riesgo cardiovascular –hipertensión, tabaquismo, diabetes...– que, a su vez, son causa de otras enfermedades cardiacas. En estos últimos años ha aumentado el número de casos detectados en parte por una mejoría en la medicina preventiva que se ha traducido en un diagnóstico más precoz.
[slider navigation_style="arrows" custom_slider_transition="move"]
[slide]
[/slide]
[/slider]
Un ejemplo: cosas tan sencillas como que el personal de enfermería tome el pulso en una consulta ambulatoria por otros motivos médicos lleva a este diagnóstico temprano de arritmias como la producida por fibrilación auricular, la más frecuente y que consiste en latidos auriculares incoordinados y desorganizados que dan lugar a un ritmo irregular. Los electrocardiogramas de rutina también han contribuido, aunque como en todo, existe el riesgo de sobrediagnóstico, especialmente en los niños.
¿Cuáles son los síntomas de arritmia?
En cuanto a los síntomas, son muy variables: el más habitual son las palpitaciones, el golpeteo del corazón contra la pared costal; otras veces esa sensación se detecta en el cuello, muy típico de taquicardias en jóvenes. Aun siendo el más común, no es el que más debe preocupar ya que hay otros como el dolor torácico, la disnea (fatiga), el mareo o la inestabilidad secundaria a hipotensión o incluso la pérdida de conocimiento (síncope), que sí deben dar la voz de alarma.
Manejo inicial de los pacientes con arritmia
En el primer episodio de arritmia es importantísimo acudir a un centro médico, no tanto por la gravedad de los síntomas sino porque su registro con un electrocardiograma es fundamental para orientar su tratamiento posterior. Una vez valorado por un cardiólogo, y si es preciso por un cardiólogo electrofisiólogo, el paciente será informado de cómo actuar. Aquellas que son bien toleradas y las de mecanismo conocido suelen ceder de forma espontánea en menos de 24 horas.
[slider navigation_style="arrows" custom_slider_transition="move"]
[slide]
[/slide]
[/slider]
Por supuesto, la arritmia grave es de tratamiento urgente ya que existe el riesgo de que desencadenen lo que se conoce como ‘muerte súbita’. Por esta razón, si se comienzan a sentir los síntomas ya mencionados hay que ponerse inmediatamente en manos de un especialista.
La conclusión evidente, por tanto, es que el primer tratamiento de la arritmia es el diagnóstico correcto. Después, según cada caso, será necesario tan sólo un seguimiento, la prescripción de fármacos, la ablación, una técnica para crear pequeñas cicatrices en áreas del corazón responsables del ritmo anómalo, o la implantación de marcapasos o desfibriladores. La ablación presenta una tasa de complicaciones aceptable (menos del 5%) aunque la introducción de la crioablación de venas pulmonares para su tratamiento puede reducirlas de forma significativa sin disminuir su eficacia, que alcanza hasta un 75% en las fibrilaciones auriculares recientes.
Dr. Jesús Martínez Alday
Especialista en Electrofisiología Cardiaca de la Clínica IMQ Zorrotzaurre