Responsable del Centro de Medicina Deportiva de IMQ Zorrotzaurre
Los calambres son contracciones súbitas, involuntarias y dolorosas de algún músculo esquelético que afectan a todo el tejido o parte de éste y duran desde unos segundos hasta unos pocos minutos. Podemos notarlos de inmediato porque el músculo se pone duro y tenso e incluso se puede palpar la contracción. Por lo general, la zona del cuerpo más afectada es la pierna, tanto en cuádriceps y abductores como en gemelos.
En cuanto a su desencadenante, puede ser variado. En primer lugar, los más frecuentes son de origen propiamente muscular y se producen por fatiga o ejercicio físico más fuerte de lo acostumbrado o inadecuado. Cuando algo de esto ocurre, se llega a desarrollar un círculo vicioso de molestias.
Los primeros impulsos dolorosos viajan de la zona afectada a la médula espinal, desde donde salen corrientes reflejas que vuelven al músculo y producen nuevas contracciones hacia la médula. Esto es, estímulos dolorosos recorren el cuerpo en esta doble dirección.
La mayor parte de este tipo de calambres los sufren los deportistas que realizan ejercicio con calor, muy típico en triatletas o ciclistas, y aquellos que permanecen mucho tiempo en baños o saunas calientes. Estos últimos pueden llegar a perder dos litros de agua en una hora y presentar claros desequilibrios electrolíticos –alteraciones en las concentraciones de sodio o de potasio– que desencadenan la actividad eléctrica necesaria para que aparezcan los temidos calambres. Así pues, todos ellos deben añadir a la rehidratación con agua la ingesta de plátanos, naranjas o vegetales frescos que equilibren los electrolitos.
Otra causa de calambres suele ser la isquemia muscular, es decir, la disminución del riego sanguíneo en la zona debido a la compresión del músculo. La padecen aquellos deportistas que utilizan vendajes apretados en pierna y tobillo o rodilleras y musleras ajustadas. Es más, incluso el cambio de calzado o zapatillas de manera brusca para la práctica deportiva de intensidad puede modificar la tensión muscular en la pierna y desencadenar calambres.
Cómo evitar calambres
Se sabe que los calambres llegan a afectar tanto a las personas que están en una excelente condición física como a aquellas más desentrenadas. En este sentido, su imprevisibilidad los hace particularmente problemáticos para los deportistas que los sufren en competición.
A veces, un suave masaje o estiramiento pasivo tanto del músculo como del tendón afectados inhibe el círculo vicioso de las contracturas; también la ingesta de agua y electrolitos ayuda a recuperarse y suele ser suficiente para que desaparezcan.
En otras ocasiones, hay que abandonar la competición o práctica deportiva. La aplicación de hielo produce a su vez la relajación muscular cediendo el problema, mientras que cuando persiste el dolor en el músculo se pueden administrar antiinflamatorios o, en casos más graves, antiespasmódicos, siempre prescritos por el médico.
Diferencias entre calambres y fasciculaciones musculares
En ocasiones, los calambres se pueden confundir con otra patología similar aunque de carácter menor, las fasciculaciones musculares. En este caso, son contracciones involuntarias de las fibras musculares que pueden tomar la forma de una sacudida brusca o depresión bajo la piel, aunque no suelen generar una fuerza suficiente para mover un miembro.
La mayoría de las veces –hasta en un 90% de las ocasiones– suelen ser de carácter benigno como un síntoma externo de situaciones de estrés. Así, son muy frecuentes en los músculos palpebrales, es decir, bajo los ojos. En una pequeña parte de ellas pueden ocurrir como manifestación de una enfermedad de la neurona motora o una afección del sistema nervioso periférico, es decir, fuera del cerebro y de la médula espinal.