Psicóloga en el centro médico IMQ Amárica
Una de las grandes preocupaciones de madres y padres es la comunicación con sus hijas e hijos. Tanto la infancia como la adolescencia son etapas vitales que presentan grandes retos tanto a nivel emocional como a nivel relacional (con la familia, con el entorno social, con las responsabilidades, etc.) por lo que poner atención a cómo hablamos a nuestros hijos para que nos escuchen y generar el efecto deseado en ellos resulta indispensable. En IMQ queremos facilitarte una serie de consejos para mejorar la comunicación con tus hijos.
Consejos para mejorar la comunicación con tus hijos
Las principales dificultades a la hora de hablar con nuestros hijos suelen estar relacionadas con la necesidad que estos tienen de forjar su propia identidad (y los conflictos internos que esto les supone, sobre todo durante los cambios en la pubertad y la adolescencia) y de mantener un espacio de intimidad para sus asuntos privados.
Por ello, comunicarse de forma asertiva, es decir, manteniendo un tipo de comunicación que sea firme y coherente, pero al mismo tiempo positiva y cálida, es indispensable para construir un entorno de confianza y respeto donde puedan sentirse cómodos. Al fin y al cabo, los padres nos convertimos en referentes y ejemplos a seguir para ellos, por lo que es importante ganar conciencia sobre la forma en la que les hablamos, ya que tiene un gran impacto en su capacidad de aprendizaje y su comportamiento.
A continuación, te dejamos algunas recomendaciones que te ayudarán a mejorar la comunicación con tus hijos para que puedas comenzar a aplicarlas cuanto antes.
1. Practica la escucha activa
El primer paso para que nos escuchen es que ellos también se sientan escuchados. Parece algo lógico y básico, pero a la hora de la verdad, cuando nos vemos arrastrados por el día a día, no es tan sencillo de aplicar. En primer lugar, debemos transmitirles que todo aquello que tienen que decirnos es importante para nosotros, prestando la suficiente atención y mostrando empatía hacia sus preocupaciones y peticiones. Es importante que se sientan tenidos en cuenta en los debates familiares y que perciban que su opinión también cuenta: esto no solo reforzará su autoestima, sino también su capacidad de pensamiento crítico y el desarrollo de su propia personalidad.
Todo ello está íntimamente relacionado con lo que conocemos como escucha activa: ésta consiste en escuchar lo que la otra persona nos está diciendo con una actitud empática, huyendo de emitir juicios y acercándonos a comprender sus sentimientos. Habitualmente escuchamos para contestar, no para comprender y es esencial cambiar esto. Para ello es importante saber que no es necesario contestar automáticamente, sino que podemos tomarnos unos segundos para pensar la respuesta, esto les dará la sensación a nuestros hijos de que los hemos escuchado atentamente y estamos pensando la respuesta porque es un tema importante para nosotros. Por otro lado, si necesitamos ampliar información, podemos preguntar, pero debemos evitar las preguntas que llevan un juicio implícito y evitar un tercer grado forzado.
Lo ideal, sobre todo si vamos a tratar un tema importante, es encontrar el momento propicio y crear un ambiente adecuado donde poder ser escuchado. Sin embargo, siempre hay que aprovechar las oportunidades para conversar con nuestros hijos. Para ello es importante aprovechar las sutilezas y tirar del hilo. Es normal que los niños más pequeños aprovechen el momento de dormir para contarnos cosas importantes o que un adolescente nos suelte algo importante cuando estamos más estresados.
2. Da espacio a las emociones e invítalos a la reflexión
A menudo caemos en el error de esconder las emociones, ya sea porque necesitamos dar una sensación de fortaleza a nuestros hijos o porque nos sentimos perdidos a la hora de aconsejarles o afrontar sus conflictos internos porque no terminamos de comprenderles.
¿Y cómo podemos conseguir generar esta sensación de confianza y transparencia? En primer lugar, mostrando interés por saber qué piensan o cómo se sienten ante los acontecimientos que tienen lugar en sus vidas, dándoles el espacio necesario para hablar sin interrumpirles y haciéndoles preguntas que inviten a la reflexión para que puedan llegar por sí mismos a sus propias conclusiones.
También es importante que validemos las emociones de nuestros hijos, que les pongamos nombre, que sientan que somos su lugar seguro donde poder hablar de emociones. Es habitual ver situaciones en las que los padres restamos importancia a las preocupaciones de nuestros hijos con la intención de ayudarles, pero esta no es la mejor forma. Por ejemplo, tendemos a decir no te preocupes porque tu amigo no te hable, mañana seguro que se le pasa. Sin embargo, validar sus emociones pasa por frases como, cariño entiendo que estás triste y preocupado por lo que me has contado, tienes derecho a sentirte así, yo estaré a tu lado, puedes pedirme todo lo que necesites. Validar es escucharlos y empatizar, es decir ponernos en sus zapatos, no confrontar su discurso.
Asimismo, para fortalecer el vínculo entre ambos, te recomendamos que compartas con ellos tus propias experiencias: hacerle entender que tú también has pasado por sus mismas situaciones y permitirles que aprendan a través de tu ejemplo hará que te sientan más cerca.
Sin embargo, aunque es bueno compartir nuestras experiencias con ellos, es importante entender que el centro de la conversación, son ellos y no nosotros, es decir, ellos son los protagonistas y para ello a veces es necesario desaprender de nuestras experiencias y dejar a un lado nuestro egocentrismo. Que tengamos más años no significa que seamos más sabios. Para ello es necesario estar informados de los temas que les importan para poder aportar más información y menos opinión personal. Pero sobre todo es fundamental tener mucha humildad y decir "no sé", esto les enseñara que ellos también pueden decir “no sé” o admitir un error. Esta actitud si se hace con honestidad, genera más confianza en tus hijos.
3. Evita las críticas, juicios y etiquetas
En una organización empresarial, para motivar a una persona, lo primero que hay que conseguir es no desmotivarle. Lo mismo pasa con nuestros hijos, es fundamental no desmotivarles, no desilusionarlos, abordar sus ideas y proyectos con cariño y respeto, como cómplices, sin cortarles las alas a su creatividad.
En el primer punto ya hemos adelantado la importancia de evitar que nuestros hijos se sientan juzgados. Los reproches son la tumba de una buena conversación, ¿quién quiere hablar con alguien que le reprocha su comportamiento constantemente? Sancionar sus pensamientos o sus conductas, sobre todo si perciben que esto es una constante en su educación, acabará afectando a su autoestima y estableciendo una barrera comunicativa entre vosotros
Es importante tener mano izquierda: fomentar la escucha activa (punto 1) e invitarles a la reflexión (punto 2) no servirá de nada si acabamos transmitiéndoles opiniones cerradas. Debemos huir de las imposiciones e impulsarlos a que descubran el camino por sí mismos sin sancionar sus conductas.
Una técnica para evitar que se sientan juzgados y la conversación fluya es hablar desde el yo, en vez de desde el tú. Por ejemplo, decirles yo me siento triste cuando no puedo ayudarte, en vez de decir es que tú nunca te dejas ayudar. Además, si debemos hacer alguna corrección, recordar que éstas se hacen sobre un acto concreto, no sobre el menor. Es decir, en vez de decir eres muy desordenado, decirle que su cuarto esta desordenado, orientando la conversación a la búsqueda de soluciones. A veces nos recreamos en el problema, sin embargo, es más útil centrar la conversación en lo que has aprendido de esta situación y cómo podemos solucionarla. Por último, dentro de la conversación debemos evitar siempre poner etiquetas o comparar a nuestros hijos, ya que esto únicamente minará su autoestima.
4. Di hola al refuerzo positivo, adiós al castigo
Del mismo modo, para mejorar la forma en la que hablas con tus hijos es importante hacerles entender las consecuencias de sus actos. Para ello, y lejos de la tendencia que estamos acostumbrados a seguir, debemos evitar recurrir a las reprimendas o los castigos: esto solo conseguirá que se acrecienten sus miedos y acabarán actuando con la finalidad de evitar estos castigos, lo que probablemente implicará que te oculten información que pueda tornarse en su contra.
Esto no significa que no debamos poner límites y normas. Estas, son fundamentales para su desarrollo y crecimiento sano. Sin embargo, a veces cuando conversamos con nuestros hijos ponemos la atención en lo que falla, olvidando resaltar lo que está bien y agradecerlo. Muchas veces reforzamos el mal comportamiento prestándole más atención que al positivo, esto hace más probable que se repita. Pensar que el mayor refuerzo positivo que puede tener un niño es la atención de sus padres. Volviendo a las normas y límites, desde pequeños podemos jugar con las normas mediante la disciplina juguetona. Recoger es más sencillo si se hace con canciones que les gusten, bañarle es más sencillo si le decimos que se convierta en un cocodrilo y que la bañera es un río, etc. Esto nos evitará muchas discusiones con nuestros hijos, favorecerá el vínculo y nos evitará caer en la manipulación o el castigo.
Si en algún momento es necesario corregir a nuestro hijo, por ejemplo, porque no ha realizado las tareas, debemos recordar que ese tema se trata en el área de su vida que corresponda, pero no se lleva a todas las áreas de la vida. Es decir, podemos hablar con nuestro hijo de sus malas calificaciones, pero esa conversación no puede invadir el desayuno, la comida, la cena, el momento de parque, el fin de semana en la playa, etc.
Muy por el contrario, lo mejor que puedes hacer es fomentar el diálogo: solo a través del mismo podremos conseguir entenderles y hacernos entender. Transmítele lo mucho que valoras que podáis conversar y todos sus esfuerzos por mejorar.
5. Transmíteles tu apoyo incondicional
La última de nuestras recomendaciones para mejorar la comunicación con tus hijos es transmitirles que siempre estarás para apoyarles, hagan las cosas mejor o peor. Hacerles responsables de sus actos y hacerles saber que cuentan con un apoyo y un colchón emocional incondicional no es algo excluyente, sino complementario.
Equivocarse forma parte de la vida, y especialmente es en estos momentos que nuestros hijos necesitan mayor acompañamiento: hacerles reflexionar acerca del error o acompañarles cuando algo les haya afectado a nivel emocional estrechará el vínculo y la confianza entre ambos.
Esperamos que estos consejos para mejorar la comunicación te hayan resultado útiles y que puedas empezar a aplicarlos. En IMQ nos preocupamos por la salud mental y emocional, ya que conforma un todo con nuestra salud física. Si tienes cualquier preocupación en relación al bienestar emocional de tu hijo, apóyate en nuestra red de profesionales. Estamos aquí para ayudarte.