Especialista en Anestesiología y Reanimación en IMQ Virgen Blanca
El dolor de espalda es una de las causas más frecuentes por las que los pacientes acuden al médico y causan baja laboral. Se ha convertido en un problema de salud pública por su prevalencia y las repercusiones económicas y sociales que genera.
En Euskadi, a lo largo del año, un 10% de la población acude a consultar a su médico por dolor lumbar siendo la lumbalgia (dolor o malestar comprendido entre el borde inferior de las costillas y la zona glútea) la primera causa de incapacidad temporal con una duración media de 17,6 días.
La mayoría de estos episodios de dolor de espalda se deben a lo que conocemos como lumbalgia mecánica común o inespecífica. Se trata de un proceso agudo (menos de 6 semanas de duración) debido a una sobrecarga de las estructuras que forman la columna, por ejemplo, por cargar pesos, caídas o esfuerzos generando una contractura muscular o distensiones ligamentosas que son las responsables de la aparición del dolor lumbar. Estas lumbalgias se manejan de forma correcta con analgésicos y antiinflamatorios básicos durante pocos días asociados a calor local. El reposo absoluto no es necesario y se debe mantener la actividad física suave que se tolere restringiendo las actividades que nos generen mas dolor.
Si tras un periodo prudencial de 2-3 semanas el dolor persiste se debe consultar con su médico para que nos reajuste el tratamiento con fármacos más potentes. El reto del médico en esta situación es distinguir el 95 % de los casos cuyo origen son procesos musculo-esqueléticos benignos del 5% restante originados por enfermedades específicas que requieren un adecuado diagnóstico y tratamiento. Para esta tarea resulta útil recurrir a los “signos de alarma” que son características especiales del dolor lumbar que ayudan a descartar los procesos de mayor gravedad como hernias discales, infecciones, tumores...
Dolor de espalda: signos de alarma
Algunos de los signos de alarma que ayudarán al médico de atención primaria y al propio paciente a valorar la necesidad de acudir a un especialista para ampliar el estudio son los siguientes:
- Dolor lumbar que se extiende a una o ambas piernas, adormecimiento o pérdida de fuerza en piernas, pérdida del control de micción y defecación
- Acompañado de fiebre y/ malestar general
- Dolor de espalda intenso tras una caída
- Se acompaña de pérdida de peso inexplicable
- Es intenso y no mejora con el reposo
El dolor lumbar puede ir más allá de ese episodio puntual y benigno secundario a un esfuerzo y convertirse en un compañero habitual en nuestra vida. Es lo que llamamos lumbalgia crónica. Se caracteriza por un dolor de espalda que nos dura más de 12 semanas o la lumbalgia recidivante que consiste en episodios de lumbalgia muy frecuentes.
Lumbalgia crónica, más habitual en la tercera edad
Estas entidades generalmente tienen su trasfondo en los fenómenos degenerativos y artrósicos que sufre nuestra columna con el envejecimiento y son muy poco frecuentes antes de la segunda o tercera década de la vida aumentando de forma significativa según envejece nuestra columna.
Los discos intervertebrales junto con las facetas articulares son las estructuras encargadas de regular y permitir el movimiento entre nuestras vértebras. El disco intervertebral se comporta como un amortiguador hidráulico dispuesto entre las vértebras. Está formado por un núcleo central muy rico en agua y un anillo fibroso resistente y formado por múltiples capas que sirve de barrera.
Con el paso de los años el núcleo del disco se va deshidratando (va perdiendo contenido de agua haciéndose menos eficaz) y las capas del anillo se van debilitando y rompiendo. Este envejecimiento del disco genera alteraciones en su movilidad estimulando terminaciones nerviosas que son las responsables del dolor lumbar generado en el disco o dolor discógeno. Al comportarse el disco de forma inadecuada las facetas articulares sufren sobrecarga y se inflaman y degeneran creándose un círculo vicioso de desgaste de estos reguladores del movimiento entre vértebras.
Factores de riesgo en el dolor de espalda
Se ha estudiado ampliamente cuáles son los factores que favorecen o aceleran el desgaste de estas estructuras. Unos no son modificables, como la edad o la carga genética. Se ha demostrado, de hecho, una mayor incidencia de desgaste discal en determinadas familias sin conocerse por el momento el responsable preciso de esa predisposición genética.
Otros factores de riesgo son, en cambio, modificables y sobre estos es sobre los que tenemos que incidir los profesionales y los pacientes para prevenir esta patología.
Clásicamente, ha quedado demostrado que la sobrecarga mecánica en el ámbito laboral era un factor de riesgo para la aparición de mayor desgaste discal pero, curiosamente, han aparecido estudios mas recientes que han visto también más incidencia de desgaste discal en personas con trabajos muy sedentarios y sometidos a mucho estrés laboral.
El tabaquismo es otro factor importante asociado con el mayor desgaste discal.
Finalmente, el sedentarismo y el sobrepeso son determinantes en la aceleración del desgaste discal y aparición de dolor de espalda. Hacer convivir continuamente a nuestra columna con un peso por encima de nuestro peso ideal sobrecarga las estructuras móviles de nuestra columna y una vida sedentaria atrofia los músculos abdominales y dorso-lumbares que son estabilizadores extrínsecos de nuestro esqueleto axial. Los músculos que rodean a nuestra columna regulan y liberan carga a la columna funcionando como una especie de faja natural que protege a nuestra columna del desgaste.
Una vida saludable con una dieta equilibrada que nos permita huir del sobrepeso asociada a una actividad física moderada habitual nos permitirán combatir el dolor de espalda y minimizar el envejecimiento discal. De hecho, nuestros malos hábitos de vida son los responsables de que cada vez el dolor de espalda sea más prevalente en la población.
Tratamiento del dolor de espalda
Lamentablemente, el dolor de espalda se convierte en un problema limitante y que no se puede controlar por nuestros medios. En esta situación y tras un correcto diagnóstico basado en la historia clínica del paciente, exploración y pruebas de imagen como radiografías o resonancia magnética se puede instaurar un proceso terapéutico con el objetivo de eliminar o aliviar dicho dolor.
En un principio se debe optar por técnicas conservadoras. Se han desarrollado múltiples técnicas en torno al dolor de espalda que varían desde la fisioterapia, osteopatía, acupuntura, cuidados quiroprácticos, yoga, pilates, infiltraciones, analgésicos, antinflamatorios… hasta, en el último extremo, la actuación quirúrgica.
La cirugía para tratar el dolor lumbar sin presencia de compromiso de estructuras nerviosas es muy poco habitual y queda recluida para casos de dolor implacable que no respondan a ningún tratamiento conservador y que presenten alteraciones estructurales en las pruebas de imagen compatibles con la sintomatología y potencialmente tratables.