Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el envejecimiento activo es el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.
El envejecimiento saludable incluye tres componentes principales: cuidarse adecuadamente para tener una baja probabilidad de padecer enfermedades o invalidez; mantener una elevada capacidad funcional física y cognitiva; y desarrollar una vida activa dentro de la sociedad.
La evidencia científica y la realidad asistencial cotidiana nos muestran que se puede hacer del envejecimiento una experiencia positiva. Para ello es necesaria una vida más activa de la persona mayor, orientada a tres objetivos principales:
- cuidarse adecuadamente para tener una baja probabilidad de padecer enfermedades o invalidez;
- mantener una elevada capacidad funcional física y cognitiva;
- seguir desarrollando una vida activa dentro de la sociedad.
Envejecimiento activo: hábitos y actitudes
Existen una serie de actitudes, comportamientos y hábitos saludables de vida para las personas mayores. Son aquellos cuya eficacia para evitar que aparezcan las enfermedades y la dependencia ha sido comprobada de una forma científica. Las personas mayores que desean mantener un envejecimiento activo y saludable deben interiorizarlos y comprometerse a llevarlos a cabo. Es un compromiso con la vida.
Entre estos hábitos, se encuentran:
- el desarrollo de una actividad física adecuada
- mantener una dieta equilibrada, rica en fibra, vegetales y frutas, y baja en grasas
- asegurar un aporte adecuado de calcio y de otros micronutrientes
- interrumpir el tabaquismo
- moderar el consumo de bebidas alcohólicas.
También es necesario prestar la atención debida a la prevención de las posibles lesiones más frecuentes entre los mayores, reduciendo el riesgo de caídas, de accidentes de todo tipo y de quemaduras. Asimismo, es importante evitar la automedicación, tomando sólo lo prescrito por el médico.
Otro hábito saludable, al que no siempre se le presta la atención que requiere, es el cuidado dental adecuado, con visitas regulares al odontólogo para que se detecten y traten eficazmente problemas bucales, pues de esta manera se previenen diversos problemas, incluido el de desnutrición. También es importante el cuidado adecuado de los pies, con visitas regulares al podólogo.
“Envejecer” no es “enfermar”
El envejecimiento debe distinguirse de la enfermedad, ya que es un proceso que conlleva una pérdida natural de algunas funciones, que son características, pero no son consecuencia de un proceso patológico. Así, se pueden citar, por ejemplo, la pérdida de cabello, menopausia, menor agilidad, algunos fallos de memoria, etcétera.
La capacidad sensorial de la persona mayor ha de mantenerse en las mejores condiciones posibles. Por ello es conveniente prestar especial atención al mantenimiento de una buena salud visual y auditiva.
Otros parámetros han de controlarse igualmente con regularidad, como la presión arterial, la glucemia, y el peso corporal, pues una pérdida no intencionada de peso puede ser un marcador de desnutrición. La velocidad de la marcha al caminar es otro parámetro al que prestar atención.
Es importante conocer que un problema en la marcha o tener pérdidas de orina u olvidarse de cosas importantes diariamente no son algo consustancial a la edad, y que por tanto en todos estos casos debe consultarse con un médico.
Salud mental y envejecimiento activo
Frente al mito de que las personas mayores generalmente están solas y aisladas, están enfermas, son frágiles, dependen de los otros y tienen graves deterioros cognitivos, la literatura científica demuestra que, por ejemplo, es el grupo de edad con una menor incidencia de depresión.
En este sentido, el investigador Joiner encontró que el 2% de los ancianos tienen depresión mientras que cerca del 10% de las personas de 40 años la padecen. Asimismo, Gatz, tras una revisión de estudios epidemiológicos, encontró que la prevalencia de depresión en los ancianos variaba entre un 1% y un 2%, siendo ésta la tasa más baja en todo el ciclo vital.
Otro aspecto que demuestra la actividad social de las personas mayores se refiere a la frecuencia de sus contactos con familiares y amigos. Según los estudios, el 70% de los hombres y el 66,4% de las mujeres mayores de 65 años visitan a familiares y amigos más de tres veces por semana. Esta cifra, es superior a la que muestra la capa de edad de 45 a 64 años, lo que evidencia una sana actividad social de los mayores.
Dr.Iñaki Artaza Artabe
Director Asistencial de IMQ Igurco