El linfoma cutáneo es un grupo heterogéneo de enfermedades producidas por la migración a la piel de algunos linfocitos que se vuelven ‘anormales’ y se asientan en ella. En este sentido, se distinguen dos tipos de linfocitos: los T y B, que ocasionan a su vez dos clases de linfomas cutáneos. Los denominados T son más frecuentes (75%) que los de tipo B (25%). Inicialmente la enfermedad es cutánea, pero con el tiempo puede volver a la sangre y afectar a ganglios linfáticos, médula ósea u otros órganos.
El linfoma cutáneo es una enfermedad poco común; de hecho, cada año puede detectarse un nuevo caso por 100.000 habitantes. Asimismo, es 2,2 veces más frecuente en el sexo masculino que en el femenino y puede aparecer a cualquier edad, pero es más habitual entre los 40 y 60 años. En cuanto a sus causas, se han postulado muchas teorías, pero no se ha demostrado ninguna en concreto.
Síntomas del linfoma cutáneo
La mayoría de casos del grupo T corresponden a la llamada micosis fungoide. Este nombre hace pensar en que es una enfermedad producida por hongos, pero no es así y se debe a que al dermatólogo francés que la describió las lesiones le recordaban a setas. Se trata de una patología que tarda mucho en diagnosticarse porque en sus fases iniciales se confunde con eczemas o dermatitis banales. Comienza con piel seca, una erupción roja y picazón, aunque en algunas personas el signo inicial es enrojecimiento o manchas oscuras en la piel. También puede ocasionar manchas rojas o áreas de piel levantada que a menudo tienen descamaciones en la superficie.
A veces hay bultos grandes o tumores, que pueden desarrollarse al principio o una vez avanzada la enfermedad, junto con grietas en la piel que no se curan debidamente y se infectan. En etapas posteriores aparecen los tumores de piel que pueden ulcerarse e infectarse. Son erupciones que inicialmente responden a cremas de corticoides y a la exposición solar, pero cada vez necesitan un corticoide de mayor potencia hasta que dejan de responder al tratamiento.
La mayor parte de los pacientes son diagnosticados en las primeras etapas, donde sólo la piel se ve afectada, y la enfermedad no avanza a los ganglios linfáticos ni a los órganos internos. El linfoma cutáneo es una enfermedad de muy larga evolución (a veces incluso de décadas), aunque existen algunos casos –sobre todo en pacientes jóvenes– que llevan un curso más agresivo.
Por otro lado, los linfomas de la piel que surgen a raíz de un cambio en un linfocito B, en general, son poco agresivos y de curso lento e indolente. En la mayoría de los casos evolucionan bien.
Diagnóstico del linfoma cutáneo
El diagnóstico del linfoma requiere de una biopsia de una pequeña zona de la piel afectada para detectar células anormales. En algunos casos, son necesarias varias biopsias, ya que puede ser difícil distinguir los cambios de la piel de las enfermedades cutáneas no malignas.
Sin embargo, las técnicas más nuevas de identificación de células cutáneas de linfoma han mejorado el proceso de diagnóstico, disminuyendo la frecuencia con la que son necesarias las biopsias múltiples. Los avances más importantes en este campo han sido la constitución de equipos médicos multidisciplinares que trabajan de una forma coordinada. Estos equipos están constituidos por dermatólogos, patólogos, hemato-oncólogos y radioterapeutas expertos en el tema, cuyo trabajo conjunto y coordinado ha mejorado mucho el manejo de estos pacientes.
[slider navigation_style="arrows" custom_slider_transition="move"]
[slide]
[/slide]
[/slider]
La importancia de un diagnóstico correcto
En el linfoma cutáneo más que el diagnóstico precoz lo que es importante es que sea el correcto, decisivo a la hora de plantear la actitud terapéutica en cada paciente. A veces requiere técnicas de inmunohistoquímica y de estudio genético a nivel celular. Son procedimientos costosos y que en ocasiones sólo están disponibles en grandes centros hospitalarios.
Es fundamental consultar con el especialista ante cualquier eczema o dermatitis en el tronco que no cura o lleva años de evolución y no haya sido diagnosticada claramente. En caso de no tratar los linfomas, la enfermedad tenderá a evolucionar a estadios avanzados, aunque por lo general lo hace muy lentamente.
De momento no existe un tratamiento definitivo de la enfermedad, aunque el trasplante alogénico de médula ósea ha resultado curativo en algunos casos avanzados. Es un tratamiento con un riesgo de mortalidad de casi un 25%, pero que en el futuro podría perfilarse como resolutivo.
Dermatólogos y fototerapia
Todos sabemos que cuando uno va al dermatólogo lo más probable es que le hable de los peligros de la radiación ultravioleta para el envejecimiento y el cáncer y de la necesidad de utilizar filtros solares altos. Sin embargo, en ocasiones, la exposición a la radiación ultravioleta es beneficiosa y puede utilizarse como tratamiento de algunas enfermedades de la piel.
Muestra de ello pueden ser la psoriasis, vitiligo, casos severos de prurito, algunos casos de eczemas o dermatitis y linfomas cutáneos de células T. Todos estos pacientes mejoran tomando el sol. Como en nuestro entorno esto no es tan fácil, los especialistas recurren al uso de lámparas de ultravioletas A (UVA) o B (UVB) asociando medicamentos fotosensibilizantes administrados por vía oral o aplicados localmente, que aumentan el efecto beneficioso de las radiaciones.
Dra. Rosa Izu
Especialista en Dermatología de IMQ