Endocrinología y Nutrición en IMQ
Las monodietas se pueden englobar en el grupo de las llamadas dietas milagrosas, que prometen bajar de peso rápidamente y con poco esfuerzo. Es difícil no caer en la tentación, pero son muchas las razones para no hacerlo y es la información que encontrarás en este artículo.
¿Qué son las monodietas?
Se basan en el consumo casi exclusivo de determinados alimentos, a los que se atribuye la capacidad para depurar el organismo. Una de las razones esgrimidas es que trabaja menos al digerir siempre lo mismo, y así lo ayudas a eliminar toxinas. Se recomienda también consumir un solo alimento después de una temporada de excesos, pero la realidad es que son razonamientos que carecen de sustento científico.
Otra falsa virtud de ese tipo de alimentación es que tiene propiedades nutricionales excepcionales. Es percibida como suficiente para mantener la nutrición adecuada durante un tiempo prolongado.
Los alimentos que se asumen como aptos para este tipo de régimen son los no procesados. Entre ellos figuran frutas como melocotones, plátanos o piñas, cereales como el arroz integral o la quinoa, y tubérculos como la patata o el boniato. La leche y las alcachofas, igualmente, son muy utilizadas.
Es evidente que ningún alimento puede por sí solo proporcionar todos los macro y micronutrientes que tu organismo necesita. Sin embargo, las personas se dejan influenciar por la publicidad y la presión por alcanzar los cánones de belleza socialmente aceptados.
Además, algunos argumentos que se exhiben como supuestamente científicos son persuasivos. La consecuencia es que, lejos de perder peso, se generan algunos daños en la salud.
¿Por qué no son recomendables?
Seguir una monodieta basada exclusivamente en ciertos vegetales o frutas supone un aporte calórico muy bajo. Este efecto agota el glucógeno del hígado y de los músculos, que son reservas energéticas. Y, sí, se elimina algo de grasa, pero la rapidez con la que el organismo reacciona a la falta de glucosa hace que se consuma básicamente tejido muscular.
Pérdida de masa muscular
La ingesta diaria de proteínas debe ser en promedio de 0,8 gramos por kilo de peso. Si no se consumen alimentos ricos en proteínas, el organismo comenzará a metabolizar las que se encuentran en los tejidos.
Es una de las peores consecuencias de ese tipo de regímenes, ya que la escasa masa muscular se relaciona con una morbilidad y mortalidad más elevadas. Asimismo, se alteran el metabolismo de la glucosa y la regulación de la temperatura corporal; el esqueleto se debilita y aumenta el riesgo de fracturas.
Avitaminosis e hipervitaminosis
Entre los distintos tipos de trastornos alimenticios, la falta de vitaminas puede ser muy perjudicial, pero el exceso también lo es. Ninguna fruta o verdura contiene todas las vitaminas, por lo que una dieta restringida y prolongada hace que se vacíen las reservas del organismo.
Por otra parte, comer únicamente leche, zanahorias o boniatos puede hacer que la vitamina A se acumule en el organismo. La hipervitaminosis A se manifiesta con fatiga, trastornos visuales, prurito, uñas y pelo quebradizos e inflamación de las encías con sagrado.
Exceso de fructosa
El azúcar de las frutas se llama fructosa, un nutriente saludable siempre que no se consuma en exceso y no sobrepase los 100 gramos diarios. Cuando se come exclusivamente una fruta muy dulce, como las uvas, este azúcar se asimila mal, lo que puede causar flatulencias o diarrea. De igual modo, se elevan los niveles de triglicéridos en sangre y el riesgo de padecer hígado graso aumenta.
Déficit de ácidos grasos
La ingesta insuficiente de ácidos grasos procedentes de la dieta genera problemas en la síntesis de hormonas como la testosterona y la del crecimiento. El déficit de estas sustancias produce falta de vitalidad y de energía.
De igual manera, esos lípidos intervienen en los mecanismos reguladores de la producción de radicales libres. Si estas moléculas cargadas no se mantienen en equilibrio, producen daños en los tejidos. Las consecuencias son las enfermedades degenerativas cardiovasculares y del sistema nervioso, así como el envejecimiento prematuro.
Déficit de hierro
La anemia ferropénica y sus síntomas son otra consecuencia de la monodieta en la que se excluye el consumo de legumbres, huevos o carne. En un estudio acerca de esa enfermedad en Álava, se encontró que era más alta entre las mujeres en edad fértil, con los potenciales efectos negativos para los embarazos.
Alternativas para bajar de peso
Si recurres únicamente a la restricción calórica para perder peso, te resultará mucho más difícil conseguirlo. Es necesario cambiar, además, algunos otros aspectos del estilo de vida. Los hábitos saludables más efectivos para adelgazar son los siguientes:
• Distribuir las comidas entre 3 y cinco porciones pequeñas al día.
• Hacer ejercicio con frecuencia.
• Dormir lo suficiente.
• Aumentar la ingesta de agua. Disminuir la ingesta de alcohol.
• Eliminar los alimentos procesados.
Estos cambios deben ser permanentes, es decir, no hay que seguirlos hasta llegar al peso ideal, sino mantenerlos de manera indefinida. Cambiar el estilo de vida es la única manera de no volver a ganar peso y evitar los daños ocasionados por las monodietas.