Especialista en Medicina Deportiva de IMQ Amárica
Nadar aporta numerosos beneficios para niños y niñas desde que son pequeños. La natación es un deporte muy completo, y como todo ejercicio físico, supone ventajas a muchos niveles, pero, además, nadar desde edades tempranas conlleva aspectos muy positivos a nivel de desarrollo. Empezar a familiarizar a nuestro hijo o hija al medio acuático desde pequeño es muy recomendable por diversas razones.
Mejora su desarrollo psicomotor
La natación ayuda a aumentar la coordinación de movimientos, mejorar el equilibrio y adquirir nociones relacionadas con el espacio. Los niños y niñas que se inician en la natación a edades tempranas desarrollan más rápidamente habilidades psicomotrices y empiezan a comprender aspectos ligados al desplazamiento y las distancias con mayor facilidad.
La edad más habitual para empezar a nadar se sitúa en torno a los 4 años, puesto que antes no tienen aún la coordinación suficiente para combinar movimientos y respiración. Aun así, podemos llevarlos antes a la piscina para que empiecen a acostumbrarse y practicar la coordinación, siempre desde el juego y con total seguridad, sosteniéndolos en todo momento.
Ayuda a la relajación
En el medio acuático se usan prácticamente todos los grupos musculares, el agua es tonificante para ellos y tras un baño todos notamos el bienestar. Al nadar, los pequeños descargan tensiones y eso favorece la relajación y el descanso. Por ello, si iniciamos a nuestros hijos en la natación, es muy probable que mejore su calidad de sueño y también se estimule su apetito.
Favorece las habilidades cognitivas
Diversos estudios han demostrado una conexión entre la natación a edades tempranas y la mejora del desarrollo cognitivo. Durante los primeros 2 años de vida, ayuda a estimular los sentidos y la percepción del mundo que les rodea, despertando así capacidades como la observación. Además, cuando son pequeños, la natación favorece un mayor desarrollo de la creatividad.
Promueve la socialización
Las actividades en la piscina son una muy buena forma de fortalecer los vínculos de afecto familiares, puesto que es algo divertido que podemos realizar con ellos, enseñándoles poco a poco a moverse y jugar en el agua. Cuando aprenden a nadar, los niños y niñas desarrollan un nivel más alto de autoconfianza, se incrementa el sentimiento de independencia y una actitud positiva.
En la infancia, la natación está siempre ligada al juego, así que es una manera muy positiva de que empiecen a socializar con otros niños y niñas, fomentando la comunicación y el aprendizaje mutuo.
Es un seguro para su salud a largo plazo
Introducir a nuestros hijos desde pequeños en la natación es muy beneficioso en todos los sentidos. Por un lado, es un deporte completo que fortalece los músculos, ayuda a mejorar la circulación y contribuye a mantener la salud del corazón y los pulmones. Por otro lado, es una manera de promover la actividad física, un hábito esencial que debemos inculcar a niños y niñas con el objetivo de evitar el sedentarismo y la obesidad infantil. Además, aprender a nadar es una medida de seguridad imprescindible para evitar posibles ahogamientos.
Mejora su bienestar, siempre que se haga con seguridad
Iniciar a los pequeños en el medio acuático desde edades tempranas es muy beneficioso, pero se debe realizar siempre de manera segura. Si aún son bebés, es importante hablar primero con el pediatra, puesto que debemos asegurarnos de que su sistema inmunológico es suficientemente maduro. En estos casos, también hemos de poner especial atención a la calidad de las instalaciones y optar siempre por las zonas habilitadas para familias con bebés que tengan una temperatura suficiente para evitar hipotermias y un nivel de higiene adecuado.
Así, los niños y niñas que empiezan a practicar natación desde pequeños gozarán de una afición saludable tanto a nivel físico como mental y emocional, ayudándoles a la vez a socializar con los demás. Aun así, durante los primeros años esta actividad ha de realizarse siempre desde el juego, de forma que los pequeños lo vivan como algo divertido y no como una obligación.