Psicóloga de la residencia IMQ Igurco José Mª Azkuna
¿Cómo se llamaba….? ¿A por qué venía…? ¿Dónde lo habré dejado…? ¿Qué tenía que comprar…? ¿Qué día era? Muchas causas pueden explicar los problemas de memoria. Es importante mantener algunos hábitos para prevenir la pérdida de memoria, así como diferenciar entre la pérdida de memoria propia del paso de los años y la que es consecuencia de una enfermedad neurológica.
Algunas de las causas más frecuentes de los problemas de memoria son las siguientes:
Trastornos del sueño:
El sueño profundo ayuda al cerebro a almacenar y retener nuevos datos e información.
Factores psicológicos:
- Estrés: Las acciones sostenidas de cortisol (la hormona que se libera a causa del estrés crónico) causan un proceso de degeneración neuronal a nivel de hipocampo y corteza prefrontal, disminuyendo la capacidad para aprender y recordar.
- Depresión: Sus síntomas pueden incluso confundirse con una demencia en fase inicial, requiriendo muchas veces el diagnóstico diferencial por parte de un especialista. Los problemas emocionales como la soledad, el duelo, el sentimiento de inutilidad… son más frecuentes en personas mayores.
- Miedo al factor hereditario: Es habitual en familiares directos (generalmente hijos) de personas con demencia u otra enfermedad neurológica que conlleve una afectación de memoria. Ante cualquier síntoma saltan las alertas. En la mayoría de los
Alimentación:
Nuestro cerebro está compuesto por ríos de química, y “somos lo que comemos”. La falta de ciertas vitaminas puede provocar importantes dificultades de memoria.
El sedentarismo:
La vida sedentaria se relaciona con patologías vasculares: obesidad, diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, patologías que a su vez incrementan el riesgo de enfermedad neurológica.
El envejecimiento:
Como etapa de desarrollo, está marcada por cambios, entre ellos el funcionamiento cognitivo (mental) y por lo tanto cambios en la memoria.
Enfermedades neurológicas:
La prevalencia e incidencia de demencia se incrementa a partir de los 65 años de forma exponencial.
Prevenir los problemas de memoria
- Hábitos de vida saludable. Lo que mejora la salud en general también mejora la mente y la memoria.
- Bienestar psicológico a través de técnicas de relajación, y de realizar actividades placenteras y agradables. Por supuesto, si existen problemas de ansiedad y depresión la persona ha de ponerse en tratamiento (intervención psicológica y farmacológica si precisa. De no poner solución estos trastornos tienden a agudizarse y generalizarse.
- Cuando los problemas de memoria son leves podemos ayudarnos de técnicas de memoria externas (notas y calendarios) e internas, lo que los psicólogos llamamos estrategias mnemotécnicas. Por ejemplo decir en voz alta “He cerrado el coche”, “He quitado las planchas” ya que al hablarnos a nosotros mismos en voz alta se graba mejor la información, o por ejemplo, para recordar un número hacer una frase: 3228 equivale a “así (3) no (2) lo (2) olvidaré (8) “.
Trabajar la memoria y tener una reserva cognitiva
Los factores genéticos y biográficos por supuesto que influyen en la aparición de problemas de memoria, pero está comprobado que la práctica regular de ejercicios mejora su funcionamiento. La memoria es uno de los procesos mentales que más se resienten con la edad. Como un músculo más el cerebro ha de ejercitarse. Por ello es importante que tengamos una” reserva cognitiva".
A veces las personas se preguntan: ¿y a estas alturas qué voy hacer? La neuroplasticidad (la capacidad de crear nuevas conexiones nerviosas en el cerebro) está presente SIEMPRE, incluso cuando hay una demencia. Por lo que SÍ se pueden hacer cosas. El tener una reserva cognitiva es tan importante que incluso a veces explica porque dos personas con el mismo diagnóstico (por ejemplo, Alzheimer) y el mismo tiempo de evolución, tienen capacidades mentales tan diferentes.
Actividades para trabajar la memoria
Como en todo, también en la estimulación hay modas y tendencias. Sudokus, crucigramas o la lectura de libros son ejercicios buenísimos, pero a la hora de elegir hay que tener en cuenta los intereses y hábitos de cada persona.
Lo importante es tener una vida activa. Podemos convertir las acciones cotidianas, a veces rutinarias y automáticas, en actividades que estimulen nuestra memoria.
Cada persona puede hacerse su plan diario de estimulación. Algunos ejemplos:
- Recordar las noticias durante la ducha con el mayor detalle posible. Nos sorprenderá como algo tan aparentemente sencillo puede exigirnos un gran esfuerzo mental.
- Si nos gusta cocinar, escribir un libro con nuestras recetas favoritas, para amigos, hijos, nietos…
- Tareas duales: combinar ejercicio físico y cognitivo a la vez. Las últimas investigaciones sobre rehabilitación neurológica avalan los buenos resultados obtenidos con este tipo de intervenciones. Ejemplos: caminar por la calle mientras contamos de 7 en 7, hacer bicicleta mientras recordamos comunidades autónomas y provincias, etc. La consigna: no detener el movimiento físico para pensar.
Cómo diferenciar pérdida de memoria propia del envejecimiento y patológica
- Cuando es imposible recuperar la información. Una prueba habitual de evaluación neuropsicológica “por favor recuerde estas palabras: pelota, caballo, manzana “al de un tiempo se pregunta por estas palabras. Cuando la persona no las recuerda pero se dan pistas (Un animal… empieza por C…) y es capaz de repetir las palabras, significa que la memoria ha grabado la información, aunque cueste recuperar la información. Cuando son incapaces de decir una sola palabra aún dando pistas, hay un problema grave de memoria.
- Generalmente cuando la pérdida de memoria es debido a una enfermedad, la persona no es consciente de ello y pueden aparecer los mecanismos de negación y defensa. Por lo que hay que abordar el tema con paciencia y cuidado evitando frases como ¿pero cómo no te puedes acordar?, esfuérzate más, etc…
- Los olvidos son más graves y generalmente se acompañan de la pérdida de objetos personales de forma frecuente, dificultad para encontrar las palabras adecuadas, contar lo mismo varias veces, no recordar si ha cenado…. Problemas que empiezan a afectar la vida diaria de la persona, y la situación se va agravando.
Ante estos síntomas es necesario acudir al médico quién valorará la situación, descartará posibles causas, y derivará al especialista si es necesario.
La memoria en las demencias
Existe una creencia errónea de que siempre una demencia empieza por problemas de memoria. Si es verdad que en el Alzheimer (el subtipo de demencia más frecuente) suele estar afectada la estructura cerebral encargada de la memoria a corto plazo (hipocampo). Pero en algunas demencias (vascular, frontal…) en las primeras etapas de la enfermedad no tienen por qué presentarse problemas de memoria.
Existen diferentes tipos de memoria: la memoria de aprendizaje, la memoria a largo plazo, la memoria procedimental (conducir, andar en bicicleta), la memoria sensorial… dependiendo del tipo de demencia y la fase en la que se encuentre la enfermedad habrá que trabajar de forma diferente.
Por ejemplo, en las fases iniciales será importante trabajar la memoria a corto plazo pero cuando una demencia está en fase más avanzada sería contraproducente bloqueando y frustrado a la persona, siendo mejor estimular la memoria procedimental (recordar los movimientos de trabajo, reproduciendo actividades que para esa persona han sido importantes), y la memoria sensorial (a través de la música se obtiene una conexión con sus emociones).