Nutricionista del Centro Médico-Quirúrgico IMQ Zurriola
Gozar de un sistema cardiovascular fuerte y saludable depende de muchos factores. Una dieta equilibrada debería estar enfocada a que el colesterol no se oxide y de esta manera no provoque daño en las arterias. Además, se debe medir siempre en relación a otros parámetros que también influyen en nuestra salud.
Cuidar la alimentación, llevar una vida activa y mantener una buena salud emocional son elementos esenciales para evitar enfermedades cardiovasculares. Te explicamos cuáles son los factores más importantes.
El colesterol en sí no es malo
Un nivel alto de colesterol es un parámetro a valorar porque, según el contexto, puede ser dañino para nuestra salud, por ser un factor muy relacionado con problemas cardiovasculares, diabetes y sobrepeso. Aun así, no debemos olvidar que el colesterol es una molécula fundamental para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Sirve para formar las membranas de las células, permite la comunicación entre neuronas, forma parte del precursor de la vitamina D y de hormonas sexuales, corticoideas y sales biliares, entre otras funciones.
Las carencias de colesterol pueden ser también perjudiciales, ya que un nivel demasiado bajo de grasas en la dieta puede generar problemas cognitivos, de memoria, aprendizaje o concentración, y una cantidad insuficiente de hormonas. Así que la cuestión más importante no es el colesterol por sí solo, sino el origen de las grasas que comemos y nuestros hábitos de vida. Estos factores harán que nuestro cuerpo sea capaz de sintetizar el colesterol o, de lo contrario, que se acumule en las arterias y vasos sanguíneos.
Evita al máximo la comida procesada y la bollería
Los ácidos grasos trans son los más perjudiciales, puesto que aumentan el peligro de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y sobrepeso. Al comerlas, las grasas trans pasan a la sangre y se acoplan a las membranas de las células, haciendo que aumente el nivel de colesterol LDL, el que conocemos comúnmente como el “colesterol malo”. Además, contribuyen a la inflamación de las arterias y a la formación de placas, por ello son especialmente dañinas.
Este tipo de lípido se encuentra sobre todo en los productos industrializados, como los alimentos procesados, los fritos, la bollería y la comida rápida. Se trata de platos que no aportan ningún beneficio nutricional y normalmente incluyen también altas dosis de azúcares y sal, así que lo mejor es eliminarlos de la dieta o comerlos solo de forma muy esporádica.
Por otro lado, las grasas saturadas pueden aumentar los niveles totales de colesterol, así que es conveniente no excedernos en su consumo, sobre todo en un contexto de comida ultraprocesada. Es conveniente moderar su consumo, especialmente la que está presente en carne roja, embutidos y alimentos procesados. Su efecto nocivo para la salud va muy unido a una vida sedentaria y la combinación de ambos, grasas saturadas y falta de ejercicio, nos llevan a la obesidad, problemas cardiovasculares y diabetes.
Protege tu corazón con ácidos grasos omega 3
El pescado azul, los frutos secos (en especial las nueces), las semillas de chía y lino, las verduras de hoja verde y el aguacate son alimentos ricos en omega 3, un tipo de grasa poliinsaturada muy beneficiosa para el organismo. Estos ácidos grasos tienen funciones esenciales para mantener una buena salud, fortalecen las neuronas, ayudan a reducir la presión sanguínea y los triglicéridos y nos protegen frente a enfermedades cardiovasculares, intestinales y diabetes.
El cuerpo solo puede obtener omega 3 a través de la alimentación, así que debemos incorporar estos alimentos a nuestra dieta si queremos llevar una vida sana. Pero la ingesta de grasas poliinsaturadas ha de hacerse también con moderación. El consumo de pescados azules como la trucha, salmón, atún o caballa dos veces por semana y un pequeño puñado de nueces al día son una buena forma de obtener el aporte de ácidos grasos omega 3. Si además le añadimos aceite de oliva virgen, completaremos una dieta saludable.
Evita a toda costa el sedentarismo
Las personas estamos diseñadas de manera natural para la actividad física, pero los hábitos de vida actuales hacen que cada vez nos movamos menos. Los trabajos de oficina, el uso del coche y el poco tiempo libre abocan a la mayoría de la población a una vida sedentaria, algo que se ha convertido en uno de los principales peligros para la salud.
Muchos estudios científicos han demostrado que la actividad física es la medida con mayor impacto para conseguir una vida saludable. El sedentarismo provoca enfermedades cardiovasculares, diabetes, sobrepeso y diversos tipos de cáncer y es una de las causas principales de muerte prematura. Por el contrario, el ejercicio físico regular aporta beneficios en multitud de ámbitos: favorece la salud física, mejora las capacidades cognitivas y aumenta la sensación de bienestar.
Busca técnicas para reducir el estrés
El estrés es una reacción natural del cuerpo frente a una situación de peligro que le lleva a activar mecanismos de alerta. La frecuencia cardíaca y la presión arterial se elevan, aumenta la glucosa en sangre y se segregan hormonas, principalmente adrenalina y cortisol.
Si vivimos en este estado de alerta permanente, los problemas de salud pueden ser muy graves, tanto a nivel psicológico como físico. El estrés provoca problemas de concentración y ansiedad, así como mayor riesgo de padecer cardiopatías, un envejecimiento acelerado de los tejidos y obesidad.
Respeta tus ciclos cicardianos
A lo largo del día, nuestro cuerpo experimenta cambios muy ligados a las horas de luz y oscuridad. Estos son los ciclos cicardianos, también llamados reloj biológico, que están conectados a nuestros órganos y afectan a muchas funciones importantes tanto a nivel físico como mental.
Un desajuste en los ritmos cicardianos implica problemas para conciliar el sueño pero también puede generar otras afecciones a largo plazo como la diabetes y el sobrepeso. Por ello es esencial regularlos y respetar los ciclos de actividad-descanso.
Cada vez más, el cuidado de la salud se enfoca desde una perspectiva global. Eso significa que tan importante es llevar una dieta equilibrada como realizar ejercicio físico de manera regular y cuidar nuestra salud emocional. De esta forma, no solo evitaremos enfermedades cardiovasculares, sobrepeso y patologías crónicas, sino que mejoraremos nuestra calidad de vida.