Especialista en Reumatología de IMQ
El síndrome de Sjögren, de naturaleza autoinmune, es una enfermedad que afecta fundamentalmente a las glándulas exocrinas, es decir, salivales, lacrimales y, con menos frecuencia, al tracto respiratorio superior, genital y cutáneo. Su incidencia oscila entre el 0,5 y el 4% de la población, con mayor prevalencia en mujeres, con una relación de 9 a 1, sobre todo entre los 40 y 60 años. Sin embargo, uno de sus síntomas más comunes, la xerostomía –sequedad bucal– se puede presentar de forma aislada hasta en el 30% de la población, especialmente en mujeres de edad avanzada. En este sentido, se diagnostica con más frecuencia en pacientes que tienen otras enfermedades con mecanismo de autoinmunidad, como el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide.
Sus manifestaciones más claras son la xerostomía y la xeroftalmia. En el primer caso, la disminución del flujo salival origina sequedad oral, sensación de quemazón y dificultad para comer alimentos sólidos. Existe una mayor posibilidad de caries y de infección bucales, especialmente por hongos. A veces, se aprecia un aumento del tamaño de las glándulas salivares. La xeroftalmia (menor secreción lacrimal) genera molestia ocular persistente, con picor, quemazón y sensación de tener un cuerpo extraño en los ojos.
Síndrome de Sjögren: incidencia en otros órganos
Por otro lado, si el paciente presenta otras manifestaciones extraglandulares, puede sufrir episodios de falta de circulación en las manos (fenómeno de Raynaud), dolor articular e inflamación de pequeñas arterias con lesiones en la piel. En ocasiones, existe afectación del pulmón (bronquitis, fibrosis), mientras que cuando ataca al sistema nervioso los pacientes pueden presentar inflamación de los nervios periféricos, de la médula y manifestaciones psiquiátricas como depresión y fatiga intensa. Por último, en torno al 5% de los pacientes pueden desarrollar un tumor maligno de los ganglios linfáticos.
Por tanto, ante síntomas como disminución del flujo salival y/o de la secreción lacrimal, especialmente si además se padecen dolores articulares y alguna de las manifestaciones vasculares, pulmonares o neuropsiquiátrícas, se debe acudir a consulta.
Tratamiento del síndrome de Sjögren
La sequedad bucal (xerostomía) se trata manteniendo una adecuada hidratación, evitando fármacos que resecan la boca (antihistamínicos, diuréticos, antidepresivos...), utilizando saliva artificial en aerosol y administrando estimulantes de la secreción salival (pilocarpina).
Para la xeroftalmia o menor secreción lagrimal, se prescriben lágrimas artificiales y medicamentos para reactivar la segregación lacrimal (ciclosporina en emulsión oftálmica). Respecto al tratamiento de la propia enfermedad, lo cierto es que ha dado pocos resultados hasta el momento.