COVID-19 significa ‘síndrome respiratorio agudo producido por un coronavirus’. Este virus, llamado SARS- CoV-2, apareció por primera vez a finales del 2019 y se extendió rápidamente por todo el mundo. Las personas infectadas pueden tener síntomas respiratorios como tos o dificultad para respirar (cuando el virus afecta a los pulmones) u otros de carácter más general como fiebre, diarrea y pérdida del olfato o del gusto. Para la mayoría de las personas que padecen COVID-19 los síntomas mejoran en unas pocas semanas. Pero en otras, especialmente aquellas cuya gravedad implique un ingreso hospitalario, los síntomas, ya sean leves o más graves, pueden perdurar. Dado que la COVID-19 es una enfermedad nueva, los expertos todavía están estudiando cómo se recuperan estas personas. También se están analizando los posibles efectos a largo plazo.
Las 3 etapas de la COVID-19
Generalmente, se describen tres etapas de enfermedad y recuperación:
1. COVID-19 agudo
Síntomas que duran hasta 4 semanas después de la infección. La mayoría de las personas con COVID-19 leve no presentan síntomas pasada esta etapa.
2. COVID-19 persistente
Síntomas que continúan desde 4 a 12 semanas tras la infección. Las personas que enferman gravemente durante la etapa aguda tienen más probabilidad de presentar síntomas continuos.
3. Post-COVID-19
Síntomas que continúan después de 12 semanas tras la infección. Es más frecuente en personas con mayor gravedad de la enfermedad, generalmente las que requieren terapias respiratorias avanzadas en unidades especiales (cuidados intensivos [UCI] o cuidados respiratorios intermedios [UCRI]).
Síntomas de la COVID-19
Los síntomas persistentes después de la COVID-19 son, generalmente, de poca gravedad. Destacan:
- la fatiga (sentirse muy cansado)
- la disnea (dificultad para respirar)
- el dolor en el pecho
- la tos seca
- la cefalea (dolor de cabeza)
- el insomnio
- la disfunción cognitiva (dificultad para pensar con claridad, concentrarse o recordar)
- las alteraciones del estado anímico (depresión, ansiedad o el estrés postraumático [TEPT])
- los dolores articulares o mialgias (dolor muscular)
- la diarrea
La recuperación de todos ellos dependerá de las características propias de cada paciente como son la edad, su estado de salud en general y la gravedad de los síntomas de la COVID-19.
Tratamiento de la COVID persistente
Habitualmente, el tratamiento va dirigido a abordar los diferentes síntomas que tenga el paciente por lo que a menudo significa combinar distintas estrategias: métodos para aliviar la fatiga, medicamentos para calmar la tos o el dolor, incidir en la deshabituación tabáquica en el caso de los fumadores.
La rehabilitación pulmonar, por ejemplo, incluye ejercicios de respiración que ayudan a fortalecer los pulmones y la rehabilitación cardíaca se centra en mejorar la salud cardiovascular fomentando la actividad física y el ejercicio y cambios en la dieta.
La terapia física y ocupacional incluye ejercicios de aprendizaje para los esfuerzos realizados en las tareas cotidianas. Ejercicios y estrategias para ayudar con la memoria y la concentración.
Por último, el tratamiento dirigido a la ansiedad o la depresión que podría incluir fármacos y/o asesoramiento individualizado.
No obstante, la única forma de evitar con seguridad el “síndrome post-covid” es impedir la infección por COVID-19. Si bien es cierto que la mayoría de las personas infectadas no enfermarán gravemente, no es posible en la actualidad saber quién se recuperará de forma precoz y quién padecerá síntomas persistentes. Por consiguiente, la mejor forma de prevenirlo es mediante la vacunación y las medidas higiénicas con el uso de mascarillas y lavado de manos además de respetar las medidas de distanciamiento social establecidas.
En resumen, la COVID-19 es una enfermedad que afecta principalmente a los pulmones, por eso los neumólogos tienen un papel crucial para descartar o identificar precozmente las secuelas de la misma en el pulmón.