Realizar deporte de forma regular es uno de hábitos de vida sana más importantes. El ejercicio físico representa la mejor vía para mantener un peso adecuado, una musculatura y articulaciones fuertes y una buena salud cardiovascular a largo plazo. Aún así, si queremos practicar deporte de forma saludable, es aconsejable tener en cuenta algunas claves.
Opta por el ejercicio que mejor se adapte a ti
El deporte requiere de una dedicación que no siempre es fácil de conseguir. El ritmo acelerado del día a día deja poco tiempo libre, pero es conveniente adquirir esta rutina y realizar ejercicios cardiovasculares al menos dos o tres veces por semana. Para que resulte más sencillo, lo mejor es enfocarlo como una fuente de disfrute y no como una obligación, eligiendo el deporte que más encaje con nuestros gustos. También debemos adaptarlo a nuestras condiciones físicas en cuanto a salud de articulaciones, musculatura y resistencia con el fin de evitar lesiones o excesos.
Correr es el ejercicio cardiovascular más sencillo, puesto que requiere de muy poco equipamiento y, a la vez, ofrece numerosos beneficios: supone un alto gasto calórico, mejora la circulación sanguínea, fortalece los músculos y oxigena el cuerpo. No obstante, el impacto continuo de las zancadas puede provocar la sobrecarga de los tendones o dolores lumbares.
Si existen dolencias previas en articulaciones o musculatura, la natación es una alternativa más adecuada, puesto que permite tonificar músculos y mejorar la salud cardiovascular con un impacto más suave. Por otro lado, el ciclismo, las clases de fitness o los deportes en equipo son también una gran fuente de ejercicio aeróbico, siempre adaptados a la preparación física de cada persona.
Planifica tu entrenamiento: entre 150 y 300 minutos semanales
Según la OMS, los tiempos recomendados de ejercicio en personas adultas son 75 minutos de intensidad fuerte o 150 minutos de ritmo moderado por semana. Si bien los beneficios aumentan cuando se dedica más tiempo, a partir de las 5 horas semanales no hay diferencias evidentes. Los deportes de intensidad moderada son, por ejemplo, moverse en bicicleta, andar a ritmo rápido o realizar senderismo. Un ejercicio de alta intensidad puede ser, entre otros, el ciclismo de montaña, el running o la natación.
Aún así, no debemos comenzar desde el primer día con un ritmo elevado de entrenamiento. Lo adecuado es ir incrementando poco a poco el nivel de intensidad, sobre todo si hace tiempo que no realizamos ejercicio cardiovascular. Debemos alternar esfuerzo y descanso, empezando por ciclos muy cortos – de pocos minutos- para luego ir ampliándolos. Antes de comenzar un entrenamiento, es conveniente consultar con nuestro médico para que realice un chequeo general y nos aconseje el mejor nivel de entrenamiento en función de nuestra salud cardiovascular.
No olvides las 4 etapas del entrenamiento
Un correcto plan de ejercicios se basa en cuatro fases, todas ellas importantes para realizar un entrenamiento completo y evitar lesiones. Estas son:
Calentamiento: Antes de iniciar la práctica deportiva en sí, debemos realizar ejercicios que activen los músculos, el ritmo cardíaco y la coordinación. El calentamiento consiste en movimientos articulares y cardiovasculares que destensan el cuerpo y aumentan la frecuencia respiratoria sin que lleguen a suponer agotamiento.
Ejercicio cardiovascular: Esta fase es el grueso del entrenamiento deportivo. Es recomendable alternar ciclos de intensidad moderada y alta, y es suficiente dedicar entre 30 y 45 minutos por sesión para obtener grandes beneficios de salud.
Ejercicios de fuerza: Tras el esfuerzo cardiovascular podemos realizar trabajos enfocados a fortalecer los músculos, mediante ciclos de abdominales, flexiones, planchas y/o sentadillas. Es conveniente repetir estos ciclos en series cortas, poniendo atención a una correcta postura de la espalda, y alternar esfuerzos para permitir que los músculos se recuperen.
Estiramientos: Esta última parte es esencial para evitar lesiones, contracturas y rigidez muscular. Debemos realizar una serie de estiramientos que incluya todas las articulaciones trabajadas, con el objetivo de estirar los músculos contraídos y relajarlos.
Elije mañana o tarde en función de tu ritmo circadiano
No hay una hora al día que sea la más adecuada para hacer deporte, puesto que depende de los ciclos físicos y conductuales de cada persona. Estos son los llamados ritmos circadianos, y dependen en buena medida de la luz y la oscuridad. Es por eso que hay personas más activas durante la mañana y otras que funcionan mejor a horas más tardías. Lo más adecuado es realizar deporte ajustándolo a estos patrones personales.
En todo caso, es conveniente tener en cuenta que por las tardes la temperatura corporal es más elevada y se reducen las posibilidades de sufrir una lesión. Además, es una forma de facilitar el sueño gracias a la relajación del cuerpo tras el esfuerzo, aunque es conveniente esperar al menos una hora antes de ir a dormir.
Establece unos objetivos motivadores y realistas
Marcar unas metas a conseguir e ir chequeando los resultados es un buen método para aumentar la motivación y la adherencia al ejercicio. Los objetivos pueden ser muy variados: dedicación semanal en horas, aumento de kilómetros recorridos, reducción de peso a lo largo de los meses o mejora de la capacidad pulmonar, por ejemplo.
Aún así, es importante no obsesionarse con ellos e ir adaptando el nivel de ejercicio a la respuesta del cuerpo, puesto que los esfuerzos excesivos pueden conllevar lesiones o incluso problemas cardiovasculares graves. En caso de realizar un ejercicio cardiovascular intenso, siempre es recomendable un seguimiento por parte de nuestro profesional médico.
Y, si tienes dudas o quieres conocer previamente cuál es tu estado de salud y qué deporte es el que más te conviene a fin de evitar riesgos, siempre es mejor realizarse un reconocimiento médico. En IMQ nos tienes a tu disposición en nuestra Unidad de Medicina Deportiva.
Dr. Pablo Aranda
Responsable del Centro de Medicina Deportiva de IMQ Zorrotzaurre