Especialista en Medicina Familiar del Centro Médico IMQ Zurriola
A través de las diferentes etapas de la vida, nuestro cuerpo experimenta modificaciones, tanto exteriores como en nuestro interior. Nos sentimos de forma diferente. En la edad adulta, nos preocupa un poco más nuestra salud y bienestar. Comenzamos a pensar en los beneficios de realizar chequeos adecuados a nuestra edad y sexo, a nuestra actividad, incluso si referimos algún antecedente en nuestro historial de salud. Es el momento en que cobra interés la opinión de nuestro médico de Atención Primaria.
Nuestro médico sabrá valorar si debemos descartar ciertas enfermedades o si tenemos riesgo latente de padecer enfermedades hereditarias o adquiridas, que pueden significar la diferencia entre tener una vida saludable o sufrir una enfermedad “inesperada”, que puede ser evitable con un estudio accesible como el electrocardiograma.
¿Qué es un electrocardiograma?
El electrocardiograma (comúnmente denominado ECG en el entorno sanitario) es un examen complementario que permite obtener información acerca de la actividad eléctrica del corazón, y conocer de forma general, la función cardiaca. Es tan valiosa la información que brinda como sencilla la forma de obtener su registro. .
Para su realización se requiere permanecer tumbado en reposo en un sitio estable (camilla, sofá, incluso en una indisposición en la vía pública, puede tumbarse en el suelo) y conectar los cables a través de parches autoadhesivos que colocados sobre la piel del tórax, transmiten el impulso eléctrico del corazón al dispositivo o terminal, que llamamos electrocardiógrafo. En el ECG típico podrá notar que conectan los diferentes cables a tobillos, muñecas y en el pecho, pero en situaciones que requieren una rápida visualización bastará con conectarlos al pecho.
Los impulsos eléctricos así obtenidos se registran en forma de líneas o curvas en un papel milimetrado que traducen la contracción o relajación de las diferentes estructuras cardiacas, como las aurículas (izquierda y derecha) y ventrículos (izquierdo y derecho).
Así, a través de valorar el ritmo, la frecuencia (cardiaca), o la magnitud y duración de los diferentes complejos que componen el ECG, podemos sospechar si se ha padecido o se corre el riesgo de padecer un problema cardiaco inminente.
Para qué se utiliza el electrocardiograma
Los médicos utilizamos el electrocardiograma para:
- Medir el ritmo, la regularidad de los latidos y el tamaño y posición de las cavidades cardíacas.
- Determinar si el corazón funciona normalmente o sufre anomalías.
- Detectar alteraciones significativas de electrolitos como sodio, potasio, calcio, magnesio u otros, y poder así deducir el nivel estimativo de los mismos, según los cambios que producen en el ECG.
- Dar información sobre algunas condiciones físicas del corazón como sospechar su tamaño global o de algunas de sus estructuras (aurículas o ventrículos), o la función de las mismas.
- Vigilar la eficacia de ciertos medicamentos para el corazón. Aporta información importante sobre posible toxicidad de fármacos con efectos sobre el corazón.
- Conocer el estado del corazón antes de intervenciones quirúrgicas o vigilar la evolución después de las mismas.
¿Cuándo se debe hacer un electrocardiograma?
Normalmente, los médicos estamos de acuerdo en realizar un electrocardiograma cuando un paciente tiene dolor en el pecho o dificultad respiratoria, sobre todo cuando estos síntomas expresan enfermedad cardiaca. Sin embargo, hemos mencionado numerosas situaciones en las cuales no existe una enfermedad manifiesta, pero el ECG nos permite conocer el estado actual o seguir la evolución.
En personas aparentemente sanas, la indicación responde más a un criterio preventivo, sobre todo en aquellos casos en los que, como mencionamos, no se producen síntomas que puedan alertar sobre un eventual problema cardiaco, y en las cuales el ECG permite anticiparnos.
Se recomienda un electrocardiograma al poco del nacimiento, ya que en los primeros años de vida, así como nuestro organismo sufre modificaciones, el corazón también las experimenta, variando su expresión en el ECG.
En niños, jóvenes y adultos jóvenes, un nuevo ECG puede ayudar en la detección de enfermedades hereditarias (transmitidas a través de los genes de sus progenitores) o congénitas (presentes desde el nacimiento o el primer mes de vida, originadas por herencia o por situaciones desarrolladas durante el embarazo o el parto). Estas enfermedades frecuentemente no producen síntomas, pudiendo manifestarse de manera inesperada, en forma de arritmias graves, además de tener posibles consecuencias graves o fatales.
Es preciso destacar la relevancia del ECG en la hipertensión arterial (comúnmente llamada “enfermedad silenciosa”), y que puede presentarse en cualquier etapa de la vida, pudiendo tener un origen hereditario, adquirido o idiopático (cuando se desconoce su origen). En esta patología, el ECG puede adoptar características que permitan sospecharla, aún cuando las cifras de tensión arterial no se encuentren habitualmente elevadas.
A partir de numerosos estudios internacionales, tras adoptar una edad de corte de 35 años, se presupone que los menores de dicha edad tienen más riesgo de padecer cardiopatías congénitas, mientras que los mayores, la enfermedad coronaria. En este sentido, el mayor aporte del ECG es la detección de esta enfermedad, causante de angina de pecho, infarto de miocardio, muerte súbita cardiaca e insuficiencia cardiaca, entre otros.
En adultos pueden padecerse numerosos problemas adquiridos, como la enfermedad coronaria o la hipertensión arterial mencionadas, pero también otras patologías no cardiacas como diabetes, obesidad o apnea del sueño. Esta última también puede corresponder a una enfermedad congénita y afectar a lactantes o niños.
Solicitamos un electrocardiograma en las siguientes situaciones:
- Antecedentes familiares o personales de cardiopatía.
- Dolor torácico u otros síntomas que sugieran angina de pecho o infarto de miocardio.
- Sospecha de arritmias cardiacas, como cuando se refieren taquicardia, palpitaciones o se percibe la falta de algún latido.
- Sospecha de inflamación de estructuras cardiacas como pericarditis, miocarditis,
- En la presencia o despistaje de problemas de las válvulas cardiacas o en la insuficiencia cardiaca.
- Para evaluar el funcionamiento del marcapasos, si se lleva.
- En trastornos de los iones como sodio, potasio, magnesio, calcio, etcétera.
- Cuando se decide comenzar alguna actividad física, si nunca se ha practicado, o si se ha suspendido por tiempo prolongado, o si se ha padecido algún problema de salud relevante durante la práctica deportiva.
Proteger el corazón
Lo más importante para evitar una patología del corazón, como para cualquier otra enfermedad, es la prevención. Para reducir las enfermedades cardíacas:
- Evita el tabaco.
- Haz ejercicio de manera regular.
- Sigue una dieta saludable, alta en fibra, baja en grasas saturadas, baja en sodio e incluya una gran cantidad de frutas y verduras.
- Limita el consumo de alcohol.
- Reduce el estrés y trabaja en la calma y el relax.
Además, es importante visitar al médico de manera regular para evaluar la presión arterial, colesterol y azúcar en la sangre. De esta forma se controla la diabetes y se reduce el riesgo de sufrir enfermedades del corazón.
Respecto a la presión arterial se debe controlar con regularidad. Al menos una vez al año se debe hacer una prueba. También debemos controlar el colesterol a partir de los 50 años.