Doctora en Farmacia, Psicóloga y Experta en Nutrición de los centros IMQ Amárica y Abendaño
En cuanto nos vemos hinchados hablamos de retención de líquidos, pero realmente este hecho no es tan frecuente como se cree. No obstante, sí que hay personas que lo sufren a menudo e incluso de forma cíclica, como algunas mujeres en relación al ciclo menstrual. Este problema, también llamado edema, es en realidad la acumulación anormal de líquidos en tejidos bajo la piel, fuera de las vías circulatorias.
A priori la retención de líquidos no es un problema grave, pero sí que es importante su valoración periódica en caso de patologías más serias, como puede ser por ejemplo la insuficiencia cardiaca, en la que estaría indicando un empeoramiento de la enfermedad.
Síntomas de la retención de líquidos
Cuando una zona presenta exceso de líquido, al presionarla permanece hundida durante más tiempo de lo normal. Igualmente, la persona suele referir la sensación de que los calcetines, los zapatos, la ropa u otras prendas le aprietan más de lo habitual. Además, se acompaña habitualmente con una subida rápida de peso. En los casos más graves se produce una disminución en la producción de orina y la zona edematosa está tan inflamada que no se puede deformar por presión.
Las áreas en las que más frecuentemente se acumulan estos líquidos extracelulares son los pies, las piernas, las manos y el abdomen. Existen básculas que analizan la proporción de agua corporal, que oscila entre el 45% y el 50% del peso total en las mujeres y entre el 55% y el 65% en los hombres. Estas proporciones van descendiendo a lo largo de la vida.
Los edemas pueden aparecer en cualquier momento, pero hay mayor prevalencia en edades más avanzadas por la presencia de patologías subyacentes. En personas sanas, es más habitual en las mujeres embarazadas o en otros momentos de cambios hormonales.
Dieta para la retención de líquidos
Hay muchos factores que pueden influir, como el calor, ciertos medicamentos, la vida sedentaria, determinadas patologías y, por encima de todos, la alimentación. Abusar de la sal o de productos ultraelaborados, una dieta desequilibrada y una baja ingesta de líquidos suele desencadenar este problema. Por tanto, unos hábitos alimenticios adecuados deberían incluir:
- una ingesta adecuada de agua,
- reducir el consumo de sal (evitar embutidos, quesos, encurtidos, etc.) y azúcar,
- consumo nulo o muy ocasional de alimentos procesados industrialmente.
El organismo agradecerá la presencia en el plato de productos frescos, sobre todo de aquellas frutas y verduras que de un modo natural ayudan a aliviar la retención de líquidos, como pueden ser espárragos, alcachofas, cebolla, perejil, apio, piña o sandía.
Cuidado con los preparados diuréticos que contienen cola de caballo, una planta que incrementa la eliminación de orina pero a la vez puede tener efectos secundarios y algunas contraindicaciones.