Pediatra en los centros IMQ Zurriola e IMQ Teknia Irún
El sistema inmune infantil tiene características propias que lo diferencian del que vemos en los adultos. Durante la vida fetal, su funcionamiento responde a necesidades específicas que son determinadas por la dependencia del organismo materno. Sin embargo, pronto suceden cambios importantes que permitirán al niño protegerse. ¿Te gustaría saber más sobre este tema? Si es así, acompáñanos.
¿Cómo es el sistema inmune infantil?
La inmunidad es la capacidad de defenderse de un individuo para resistir y sobreponerse a una infección. Esta puede ser innata o natural, son las primeras líneas de defensa, como la piel, mucosas y secreciones, como la gástrica. También participan aquí el complemento y los macrófagos, que son un tipo de glóbulos blancos diseñados especialmente para “devorar” al atacante. Se considera también aquí la inmunidad que pasa la madre al feto a través de la placenta y lactancia materna.
La inmunidad también puede ser específica. En esta participan los linfocitos B, que son otro tipo de glóbulos blancos, que actúan activamente en nuestras defensas, y los anticuerpos.
Inmunidad activa e inmunidad adquirida
La inmunidad también puede clasificarse como activa, que es la producida por el propio sistema inmune. Se caracteriza por ser permanente y se adquiere de forma natural cuando se desarrolla una enfermedad. O inmunidad adquirida, que es la que se obtiene a través de la administración de vacunas, toxoides e inmunoglobulinas.
Finalmente, la inmunidad pasiva es por transferencia de anticuerpos humanos o animales.
Diferencias con el sistema inmune del adulto
El sistema inmunitario débil de los bebés tiene dos rasgos particulares que los hacen más susceptibles a las infecciones. Por un lado, no tiene memoria inmunitaria. Además, es inmaduro, lo que significa que adolece de varias deficiencias funcionales.
El recién nacido hasta los 12 meses aproximadamente, carece de barrera hematoencefálica, es decir, que se produce un paso rápido y fácil entre los gérmenes de la sangre y el sistema nervioso. Por eso, la meningitis es más frecuente y grave durante el primer año de vida.
También por la función mas débil e inexperta de sus leucocitos le cuesta más focalizar las infecciones, que rápidamente se generalizan, provocando cuadros de sepsis. No tienen más memoria inmunológica que la transferida por su madre.
Asimismo, es interesante recordar que esta memoria materna dura en sangre hasta los 6 a 9 meses de vida y que las defensas del niño comienzan lentamente a desarrollarse desde que nace, pero no están suficientemente desarrolladas hasta los 18 meses o 2 años.
Este periodo entre los 6 -24 meses se denomina valle inmunológico, y es por eso que los niños desarrollan frecuentes infecciones febriles en esta etapa, más aún, si tienen hermanos mayores o asisten a la guardería.
¿Qué es un anticuerpo?
Es una respuesta, ya sea natural por enfermedad o por administración de vacuna, producida por las llamadas inmunoglobulinas.
¿Qué es la memoria inmunológica?
Es la capacidad de reconocer a un antígeno con el que se estuvo previamente en contacto y responder rápida y eficazmente generando protección. Este es el objetivo principal de la administración de vacunas.
¿Que patologías se desarrollan relacionadas con la inmunidad?
1. Alergias: respuesta exagerada a diversas sustancias
2. Inmunodeficiencias: fallo a la hora de otorgar protección adecuada contra agentes infecciosos. Se manifiesta por presentar infecciones recurrentes o graves.
3. Autoinmunidad: desconoce y ataca al propio organismo, ejemplo frecuente algunas enfermedades reumáticas o el Lupus Eritematoso.
¿Cómo se puede reforzar la inmunidad infantil?
La morbilidad causada por las infecciones a repetición es muy relevante en los primeros años de vida, debido a las deficiencias mencionadas. Niñas y niños, particularmente, están expuestos a padecer diarreas, otitis e infecciones cutáneas o respiratorias frecuentes. De hecho, recientemente se registró un importante incremento de las bronquiolitis infantiles en los tres territorios históricos de la CAV.
En estas situaciones, nuestro consejo es que siempre consultes al pediatra para mejorar las defensas del niño o niña. La inmunoterapia como tal, es decir, la administración de preparados con inmunoglobulinas, no es de uso frecuente y habitual en la práctica pediátrica.
Es indispensable que se administren las vacunas infantiles en el momento adecuado, junto con los refuerzos, hasta completar los esquemas de vacunación.
Además, cuentas con la inmunonutrición, una disciplina que estudia el efecto de la alimentación en el sistema inmune. A continuación, encontrarás las principales fuentes alimenticias:
• Vitamina C: cítricos, los pimientos, y el brócoli.
• Vitamina A: tomates y hortalizas amarillas, como la calabaza y la zanahoria.
• Vitamina D: pescados azules, huevos, lácteos y cereales enriquecidos.
• Vitamina E: frutos secos, aguacate y aceite de oliva.
• Hierro: carne, hígado, espinacas y lácteos.
• Zinc, cobre y selenio: nueces, pescado, mariscos, lentejas y guisantes.
• Probióticos: alimentos fermentados como el chucrut, el kéfir y el yogur.
En cualquier caso, fortalecer el sistema inmune infantil es la mejor manera de evitar las infecciones a repetición y sus posibles complicaciones. Consulta al pediatra ante cualquier duda y recuerda que la mejor medida es la prevención.