El cuidado de tu piel en invierno es esencial, ya que este órgano reacciona ante el cambio de estación. En este sentido, hidratar, calmar, proteger o nutrir son palabras que cobran una importancia especial cuando bajan las temperaturas, y más aún si vives en una ciudad. ¿Quieres saber cómo preservarla de la contaminación y del frío?
En la temporada invernal, las precipitaciones y el viento son más intensos que en el resto del año. Las pequeñas gotas de agua de lluvia contribuyen a condensar los aerosoles, concentrando así muchas sustancias que se encuentran suspendidas en el aire. De esta manera, se van depositando sobre tu piel, en el agua y en los alimentos que ingieres.
Por su parte, el viento dispersa las partículas y los gases, pero en determinados casos retiene la capa de contaminación sobre las ciudades. Al respirar, penetran en tu organismo y deterioran tu piel desde el interior, además de afectar a la salud. Has de saber que, por ejemplo, Bilbao supera la concentración de partículas que se considera como el límite aceptable: 10 microgramos por metro cúbico.
Entre los contaminantes atmosféricos más lesivos para la salud figuran los óxidos de nitrógeno, el dióxido de azufre, el monóxido de carbono, los compuestos orgánicos volátiles, el ozono y las partículas metálicas y orgánicas. Además, la exposición a los pesticidas y al humo del tabaco empeoran la situación. A los efectos de la polución hay que sumar los del frío, el viento y la calefacción, que aparecen a consecuencia de varios mecanismos:
En conjunto, las alteraciones fisiológicas y los agentes estresantes de la atmósfera te dejan tu piel, áspero, irritado, sin brillo y con aspecto envejecido. Los poros se dilatan y con la tirantez hay riesgo de que aparezcan grietas, especialmente en los labios y las comisuras de la boca. ¿Cómo puedes mantenerte radiante en la ciudad a pesar de estas agresiones continuas?
Afortunadamente, existen medidas generales y productos cosméticos especialmente formulados para combatir los estragos del invierno y la contaminación. Entre las primeras destacan las siguientes:
Algunos principios activos son esenciales para conservar tu piel lozana y juvenil. Las cremas, sérums y lociones que los contienen contribuyen a conservar tu piel, incluso bajo las condiciones más adversas. Veamos cuáles son los más importantes.
Estos componentes atraen agua hacia tu piel, lo que te proporciona una textura suave y tersa. La glicerina, el carragenato de sodio de las algas marinas y el pantenol son tres de los más eficaces.
A diferencia de los anteriores, no proporcionan humedad, sino que la conservan. El mecanismo se basa en preservar la barrera protectora e impedir que el agua se disipe. Entre los emolientes más utilizados destacan las emulsiones o los bálsamos.
Los antioxidantes son sustancias que protegen del daño que los radicales libres producen en los distintos tejidos. En tu piel existe un sistema complejo y especializado que neutraliza los procesos de envejecimiento prematuro. La vitamina C y E, el extracto de té verde, el ácido ferúlico y el resveratrol, que se extrae de tu piel de las uvas, potencian los mecanismos antioxidantes.
Las pieles maduras, naturalmente secas o con tendencia a irritarse necesitan una nutrición adicional con sérums ricos en vitaminas. Los aceites nutritivos son otro recurso efectivo y, entre los más eficaces, cuentas con el de jojoba, que activa la regeneración celular.
El cuidado de tu piel en invierno requiere algunas precauciones adicionales, especialmente si vives en una gran ciudad. Nutrirla y protegerla impide que se presente un deterioro, que en ciertos aspectos es acumulativo. Sigue nuestros consejos y en cada temporada invernal tu piel ganará lozanía y esplendor.