Especialistas en Ginecología y Obstetricia en IMQ
A partir de cierta edad las mujeres deben comenzar a llevar un control ginecológico y mamario. Comienzan las primeras pruebas rutinarias, que realizará un especialista.
Estos exámenes se realizan preferiblemente una vez al año para detectar posibles factores de riesgo o realizar un diagnóstico precoz de patologías, posibilitando así un mayor éxito en el tratamiento. Esto es importante ya que las enfermedades relacionadas con los órganos femeninos en ocasiones cursan sin síntomas, como son aquellas de transmisión sexual o el cáncer ginecológico y de mama.
Cuándo empezar a ir al ginecólogo
No hay una edad exacta para empezar a ir a la consulta de ginecología, se recomienda si la paciente joven tiene problemas con la menstruación, sobre todo si es irregular o dolorosa, y en caso contrario al comienzo de las relaciones sexuales.
Historial clínico detallado
En primer lugar, para preservar su salud, toda mujer a partir de la adolescencia o cuando comienza a mantener relaciones sexuales debería someterse a la realización de un historial clínico detallado en el que se evalúan aspectos vinculados a la menstruación o al tipo de prácticas sexuales. También se registran los antecedentes familiares, personales y ginecológico-obstétricos.
Pruebas básicas
Tres pasos básicos para el diagnóstico precoz y la prevención de las enfermedades genitales femeninas:
1. Examen físico de la zona genital y de las mamas
Completada esta fase previa, se lleva a cabo un examen físico de la zona genital y de las mamas. El especialista explora la vulva, la vagina y el cérvix, y palpa el útero, los ovarios y las mamas. El objetivo es detectar lesiones en los genitales externos, comprobando si hay cambios en el tamaño, la movilidad o la forma del útero, trompas de Falopio y ovarios, o si hay dolor al presionar esos órganos. También se valora la posible presencia de nódulos o alteraciones en las mamas.
2. Citología cervical
Más adelante, se recomienda realizar una citología cervical y/o a una toma de ADN del virus del papiloma humano (VPH), siendo esta una de las pruebas de detección precoz más fiables en medicina, ya que descubre los cambios celulares premalignos en el cérvix capaces de generar cáncer a largo plazo.
Para ello, tras abrir la vagina con la ayuda de un espéculo, se procede a obtener una muestra de las capas superficiales de células de esta zona mediante un raspado suave. El cribado cervical se suele comenzar a partir de los 25 años, o antes si la paciente lo precisa por su historial. También se pregunta a la paciente respecto a su estado vacunal contra el VPH y se realizan recomendaciones al respecto.
3. Ecografías ginecológicas
Existen varios tipos de ecografías ginecológicas, las más frecuentes son la ecografía vaginal y la ecografía abdominal. En la actualidad la mayoría de ecografías se realizan por vía vaginal. Para realizar esta prueba se introduce un pequeño transductor en la vagina, ya que de esta forma las imágenes de los ovarios y el útero son más precisas que por vía abdominal, ya que la sonda se encuentra más cercana a los tejidos.
La ecografía por vía vaginal sirve para visualizar el útero, las trompas y ovarios y otras estructuras de la pelvis, y permite detectar tumores malignos en cérvix, útero, endometrio, trompas y ovarios, además de otras lesiones benignas como pólipos, miomas, quistes y malformaciones uterinas.
Más pruebas ginecológicas
Según la edad, los antecedentes o cuando se dan hallazgos inesperados en un control rutinario, se realizan otras pruebas diagnósticas complementarias. En este caso, destacan dos por la frecuencia con la que se prescriben.
Por un lado, es aconsejable realizar mamografías a partir de los 40 años, o antes incluso si existen antecedentes que así lo recomienden. Otra prueba que se suele realizar tras la menopausia o valorando factores de riesgo de osteoporosis y fracturas es la densitometría ósea, que se utiliza para conocer la densidad mineral de los huesos.